Sebastián. Ayer estaba a punto de hacer las pases con Amalia, pero como siempre Larissa lo arruino todo. Es temprano y me siento deprimido, además no pude dormir toda la noche. Solo pensé en alguien que también nos mencionó Rogelio antes de morir, un tal Elías. Sé que Larissa no es la blanca paloma que Amalia piensa que es. Es mucha casualidad que si ella está enamorada de Amalia yo la haya engañado y justo en Francia, y lo más curioso es que yo no recuerde nada al igual que Evelyn. Me levanto y me dirijo a la habitación, quiero ver a Amalia. Pienso antes de entrar, pues me molesta cuando ella la tiene abrazada. Cuando llego la puerta está abierta. Entro y Amalia está tendiendo la cama y escucho el agua del baño. Ella me sonríe y me da los buenos días. —¿Tienes hambre, mi amor? I