Leander conocía muy bien las maneras en las que el amor podía detener el tiempo, él lo había vivido antes, o al menos eso era lo que él creía. Sin embargo, para Altea todo era nuevo, incluso el hecho de compartir aquella tina donde hasta hace algunos días solo era usada por Leander.
A la joven le avergonzaba esta nueva manera de intimidad. Observa el cuerpo del hombre que la amo anoche a través del agua y sentía que un calor extenuante recorría todo su ser. Él notaba la forma en que ella lo miraba y al contrario de sentirse incomodo, sonreír.
—¿Qué es lo que piensas en este momento? —preguntó rompiendo la falta de palabras entre los dos.
—Que esto no es normal —dijo y sin que ella entendiera, Leander comenzó a reír.
—Hasta donde yo sé, esto es normal —expreso y de una manera presuntuos
