Y fue justamente una de las tantas veces que volví a casa con mi mujer, luego de un viaje en el que no había salido de la ciudad realmente, el momento en el cual sentí que teníamos la confianza necesaria como para confesarle realmente que la causante de que todavía no hubiese podido enamorarme de ella, no era Sofía… Franco - ¡Te quiero muchísimo! (abrazándola, al encontrarla llorando en casa sin motivo, según creí en ese momento) No quiero que llores… Malena – Lloro porque te amo demasiado… ¡ojalá algún día puedas sentir lo mismo! (quise hablar, pero no me lo permitió) y te juro que no es reclamo, es solo que… ¡a veces de verdad siento deseos de decírtelo! (miró al suelo, una vez más sin poder contener su llanto) Franco – Te juro que no quiero lastimarte, Male (apartándola para mirarla