Cada centímetro de su piel que mis dedos rozaban, literalmente estaba hirviendo. Ella, que entre mis brazos apenas podía moverse, lanzaba unos gemidos que me estaban volviendo más loco de lo que ya de por si me volvía el hecho de tenerla entre mis brazos.
Eva deslizó su mano derecha hacia mi pantalón, y ayudándose un poco con la otra, desprendió el cinturón y lo abrió. En ese momento, introdujo su mano dentro de mis bóxer y comenzó a jugar con mi pe. Ne que ya estaba completamente duro… sonrió con cierta picardía, consciente de lo que era capaz de generar en mí.
Aproveché a morder el lóbulo de la oreja que tenía de mi lado, haciéndola estremecerse de placer… En ese preciso instante, la mano que estaba en su cintura se deslizó hasta sus pechos y pude notar lo acelerado que estaba su coraz
