Franco Me levanté como alma que lleva el diablo… no encontraba mi pantalón. Había quedado en alguna parte de aquella pequeña habitación decorada de modo minimalista, pero entre la tontera que llevaba encima por dormir poco y por el se. xo desenfrenado que llevábamos teniendo desde la mañana, y los nervios, no lograba identificarlo… Cuando por fin lo encontré y metí mi mano en el bolsillo para ver mi móvil, estaba completamente desesperado. En medio del ataque repentino de amor que me hizo salir de la fiesta que mi equipo de trabajo me había preparado para irme a Cádiz, dormir en el portal de la casa de mis suegros y luego pagarle una fortuna a un taxista para que me trajera a tiempo a Sevilla, se me había olvidado el pequeño detalle de avisarle a mi jefe que no iba a ir a trabajar ese d