Capítulo 27

1194 Palabras

Ese día, había salido rápidamente de la oficina para tratar de aprovechar al máximo el tiempo junto a Eva, como hacía cada vez que podíamos vernos, generalmente, una o dos veces por semana. Al abrir la puerta, ella ya estaba allí pues había entrado con la llave que le di alguna de las primeras veces que estuvimos juntos, desde que volvimos a frecuentarnos. Corrió hacia mí para darme un tierno beso en los labios y abrazarme, para que yo la abrazara con uno de esos “abrazos sanadores”, como ella solía llamarle. Así nos quedamos unos minutos hasta que poco después comenzamos a besarnos como dos desesperados, tratando de aprovechar al máximo el poco tiempo que teníamos.   Dime, mai, porque ya no entiendo la necesidad De vernos a solas y matarnos en la oscuridad Tú te vas, y mi cuerpo aqu

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