—Las órdenes de un amo son absolutas. Elena se sentía como un conejito indefenso, siendo devorada por un lobo pervertido, notó cómo subían sus labios hacia su cara. "¡Mis labios no!", pensó con pánico y movió la cabeza hacia los lados rápidamente, para que no pudiera tocar sus labios. El chico notó cómo unas pequeñas lágrimas salían de los ojos de Ela, haciendo que se separara de ella, la miró unos segundos con una mirada que no pudo descifrar, y suspiró. — Me cansé por hoy — dijo y se levantó de encima de Elena y se fue tal cual, sin decirle nada más, sin volver a mirarla. *** Elena se levantó y se colocó su mejor camiseta de tirantes, y fue hacia su habitación sin entender nada de lo que había pasado, demasiadas cosas en su cabeza para un día entero, demasiada información que p