—Gracias, aunque no debió, ahora todas me odian más.
—Eso es bueno, si te juntas con ellas, entonces te volverás como ellas, y no eres como ellas, puedo verlo— dijo él mientras la miraba de un modo perverso.
Rose se mordió el labio y miró el suelo incapaz de sostenerle la mirada. —¿Ya puedo irme?.
—¿Eres casada?—preguntó él ignorándola mientras se ponía de pie.
—No.
—¿Tienes novio?.
—No.
—¿Hijos?.
—Una hermana menor que depende de mi.
—No suelo hacer esto, pero haré una excepción, voy a llevarte a tu casa.
—No es necesario, voy a pedir un taxi.
—No, hoy voy a llevarte yo, ambos ya nos vamos así que sería descortés de mi parte dejarte ir en taxi— dijo mientras acortaba la distancia entre ambos.
—¿Cómo sabe que vamos por el mismo rumbo?.
—¿Importa?.
—Si quiere llegar temprano a casa si.
—Es temprano, es de madrugada— dijo él y sonrió, Rose dio un pequeño paso hacía atrás y Diego examinó mas a detalle su rostro, el contorno de sus labios, su nariz perfilada, sus cejas perfectas y esas pestañas largas y bonitas, sus ojos cafés y lo nerviosa que estaba.
—Esta bien— dijo ella en voz baja, sentía que la mirada de aquel caballero la desarmaba por completo y se sentía expuesta, quería cubrirse y decirle que parara, pero todo lo que hizo fue agachar la cabeza y tratar de no sonrojarse.
—Pues vamos Rose.
Ella asintió y se apresuró a salir. Caminó con rapidez, hasta que llegó a la salida y sintió que el viento la golpeo, haciéndola sentirse mucho mejor. Giró un poco y de reojo miró a Diego decirle algo al guardia que estaba en la puerta.
Él la llevó hasta el estacionamiento. Todo se sentía tan extraño, la pesadez del ambiente y los escalofríos que la recorrían, daba miedo caminar junto a alguien como él. Ella miró el auto y se sintió aún más intimidada, lo cual era extraño, ¿Ella intimidada por un auto?, no cualquier auto, un hermoso Lamborghini de color rojo los esperaba, tan reluciente e impactante como el dueño.
Diego abrió la puerta para ella y la miró subir con cautela, eso lo hizo sonreír, amaba poner a las mujeres así, tan cohibidas y asustadas, no era un hombre de relaciones, le gustaba mas el sexo* casual e indiferente.
Jamás había tenido una novia formal y tampoco la buscaba, había tenido las suficientes amantes como para llamarse así mismo experto en el sexo*, y no solo él, las mujeres que dormían en su cama se lo confirmaban.
Había salido con modelos, con hijas de hombres ricos, con mujeres de la farándula, sus estándares eran muy altos, él solo escogía lo mejor, pues no merecía menos que eso, su ego estaba tan elevado que muy pocas personas llegaban a su nivel.
Rose se acomodó como pudo y lo miró rodear el auto para luego verlo subir en el asiento del piloto.
—¿Cuál es tu dirección?.
Ella le dio su dirección y él empezó a conducir.
—¿Te gustaría salir conmigo algún día?—preguntó Diego sin rodeos, la chica le había gustado y la necesitaba probar, y no tenia tiempo para desperdiciar, así que fue directo al grano.
—No.
Él la miró y regresó la vista al frente. —¿Por qué no?—. ¿Ella dijo que no?.
—No me interesa— respondió Rose mientras se frotaba las manos con sutileza, tenía miedo de verlo, pues sabía que su respuesta no era lo que él esperaba escuchar.
—¿No te interesa?, ¿Te parezco alguien sin chiste?.
—No es por usted que lo dije, no tengo tiempo ahora, eso es todo.
Diego desaceleró un poco, interesante, una mujer rechazándolo, eso era algo nuevo.
—Bueno, cuando tengas tiempo, ¿Saldrás conmigo?.
Rose se atrevió a verlo y de inmediato se arrepintió de ello, quedo deslumbrada y los colores se le subieron al rostro.
—¿Por qué quiere salir conmigo?.
—¿Por qué no?.
Ella no entendía cual era la insistencia, tal vez solo la estaba molestando, eso tenía que ser.
—No creo que salir con mi jefe sea algo apropiado, estamos en niveles muy diferentes, nada bueno podría salir de eso y honestamente no quiero ser el juguete de nadie— dijo ella siendo sincera.
Lo habían descubierto. Diego no se molestó, de echo se sintió mas interesado, un reto, él amaba los retos, pues ganarlos lo hacían sentir el mejor.
No dijo nada y solo continuó hasta que llegaron a una zona residencial de clase media, Rose se bajó como pudo y respiró hondo, lo mas importante de esta noche, es que había ganado suficiente dinero para pagar las deudas y comprar despensa, se sentía feliz, sus piernas dolían y sus brazos igual, pero eso era lo de menos, no tenía tiempo para quejarse.
—Gracias por traerme— dijo ella mientras lo miraba.
—De nada, ha sido un placer.
Ella asintió y tragó saliva, se apresuró a entrar a su casa y poco después escuchó el ruido de un auto alejándose.
Toda la casa estaba en silencio, caminó de puntillas por la cocina y se sirvió un vaso con jugo, mientras miraba el lavabo inundado de agua y un montón de trastes sucios que esperaban por ella.
Después de lavarlos todos, se preparó para dormir y sonrió al recordar su seudónimo, 《La amante del diablo》, si, él tenía razón, no sonaba tan mal.
………..
—¿Qué es todo esto?.
Rose miró a su tía y sonrió.
—Buenos días tía— dijo Rose mientras acomodaba la despensa que recién había ido a comprar.
—¿De donde sacaste todo esto?.
—Fui a comprarlo.
—Si, pero ¿De donde sacaste dinero?.
—De anoche, me pagaron muy bien.
—Hay cielos Rose…¿No te estas metiendo en problemas verdad?.
—¿Qué?, no, el club donde bailé es muy exclusivo y los clientes pagaron muy bien.
—¿Estas segura?.
Rose dejó caer sus hombros y asintió. —Te juro que todo lo he ganado honestamente.
La tía asintió y miró que la pila de trastes sucios ya no estaba. —¿Lavaste anoche?.
—Si.
—¿Siquiera has dormido?.
—Un poco, solo esperaré a que Susi se levante a desayunar y dormiré un poco más, trabajo esta noche.
—No me gusta que salgas tan noche, es peligroso, en especial para ti, eres joven y hermosa.
—No te pre…
“Toc, Toc, Toc”.
Ambas se miraron y Rose se acercó a la puerta, abrió con cautela y casi se fue de espaldas al ver quien era.
Diego se asomó un poco y se quitó las gafas oscuras que usaba. —Buenos días Rose.
Rose estaba muda, él se veía tan fresco como una lechuga, tan pulcro que daba miedo acercarse y ensuciarlo. Abrió un poco mas la puerta y miró afuera, había un auto meserati blanco estacionado frente a su casa.
—¿Qué hace aquí?—preguntó Rose casi sin aliento.
—Pareciera que estas viendo al mismo demonio, no te asustes, solo vine a saludar, no creí que estarías despierta.
—¿Quién es Rose?.
Diego miró sobre el hombro de la chica y luego la miró a ella.
Rose abrió toda la puerta y su tía se acercó, al ver a Diego quedo enamorada de inmediato, era guapo y elegante, joven y a la vez muy maduro.
—Tía él es…
—Soy un amigo de Rose, Diego Archí para servirle.
La tia abrió la boca y sonrió de oreja a oreja. Estrechó su fuerte mano y suspiró.
—Mucho gusto…pero, pase pase, si es amigo de Rose entonces es bienvenido en nuestra humilde casa.
Diego no era tonto, era calculador y decidido, si quería algo iba a tenerlo si o si, y ya lo había decidido, quería a esa chica y no iba a detenerse hasta tenerla
Sonrió y dio un paso adentro, mientras que Rose solo miraba, algo le decía que ese hombre era el mismo diablo en persona y no le agradaba mucho, suspiró y solo cerro la puerta.