Capítulo 5. En esta vida.

1619 Palabras
Él era alto, Diego imponía con su porte, con ese bello rostro y con esa figura tan masculina. La tía de Rose se sentía tan nerviosa que no estaba segura de si ofrecerle agua. —¿Gusta algo de tomar?—Se animó a preguntar. Diego sonrió. —No gracias, estoy bien. —P-pero siéntese. Él miró de reojo a la chica que se había puesto muy nerviosa, anoche cuando la vio bailar ella se veía como una diosa, cualquier hombre estaría a sus pies, ¿Por qué ahora se veía tan cohibida, tan vulnerable?. —¿Qué hace aquí?—preguntó Rose tratando de acelerar las cosas y despedirlo rápido. —Solo pasaba por aquí— dijo él con naturalidad. Miró la casa, no le agradaba, todo se veía tan humilde, estaba limpia, pero parecía que en cualquier momento se caería en pedazos. Un ruido se escuchó en la cocina y todos dirigieron su mirada hacía ese lugar. —Oh, es la tubería, esta descompuesta—Aclaró la Tía de Rose un poco avergonzada de aquel sonido tan extraño. —¿Le importa si reviso?. Ambas miraron al caballero y las dos negaron. Diego caminó hasta la cocina y Rose se apresuró a tapar su lavabo lleno de agua sucia. —No es necesario, le hablaré al plomero hoy mismo para que venga y… —Hazte a un lado Rose. Ella sintió un escalofrió por su mirada, no quería contradecirlo, algo le decía que no era una buena idea hacerlo. Se movió y Diego pudo ver el desorden. —Puedo arreglarlo, pero necesitaré unas cosas, denme veinte minutos. —¿En serio puede?—preguntó ella un poco incrédula, él se veía como un alto ejecutivo de una empresa, alguien sin tiempo para arreglar una tubería vieja. —Claro que puedo, te sorprendería saber las cosas que puedo hacer. Rose decidió ya no hablar más, no lo conocía después de todo, no era algo educado dar algunas cosas por echas. Diego salió de aquella casa y solo hasta entonces ambas mujeres respiraron tranquilas. —¿Quién es él?. —Es mi jefe. —¿No dijo que era un amigo?. Rose negó. —Es mi jefe, tiene un club, es el dueño. —¿Y por qué esta aquí?. —No lo se. —Es muy guapo. Rose asintió, solo una tonta negaría aquello. —Si, pero tiene algo…algo que no me agrada. Diego volvió unos minutos después, se quitó su elegante saco, se desabotonó un poco la camisa y enrolló sus mangas hasta los codos. Rose solo lo miraba trabajar, tenia una caja de herramientas nuevas junto a él, en verdad parecía saber que hacer, era asombroso, ¿Pero por que estaba ahí realmente?, Rose no dejaba de preguntarse eso. Cuando Susi se levantó, miró a su tía y a su hermana mirando algo con atención, se acercó y quedo sorprendida. —¿Quién es él?—preguntó en voz baja. Rose la miró. —Buenos días pulga. —¿Es el plomero?. —No, es amigo de Rose. —Listo— dijo Diego y se puso de pie, se limpió las manos y le abrió a la llave, si, aquel lavabo ya funcionaba a la perfección, lo había arreglado muy rápido. —Muchas gracias, ¿Cuánto le debo?—Preguntó la Tía. —Ya lo arreglaré con Rose— dijo él mientras miraba a la adolecente que lo veía con el ceño fruncido. —¿Usted es modelo?—Preguntó Susi sin rodeos. —No, por suerte no—respondió él. —Muchas gracias por arreglarlo— dijo Rose. —Ya me tengo que ir, ¿Te veo en la noche?. —Si, si ahí estaré. —Bien, hasta entonces. Las tres lo acompañaron a la puerta y las tres se quedaron embobadas mirándolo —Es un papucho— dijo Susi mientras lo veía subir a su elegante auto. Rose le dio un zape y negó. —Me voy a dormir, Susi desayuna, te traje cereal. —¡Genial!. ………. Esa misma noche al llegar al club, Rose subió rápidamente a los camerinos y empezó a sacar sus cosas. —Déjala, le va durar poco el gusto, todas sabemos que Diego no busca algo formal, solo busca zorras con las que entretenerse. Rose sabía que aquel comentario fue disparado hacía ella, pero decidió ignorarlo, se alistó con rapidez y mientras terminaba de maquillarse, Pamela entró con una libreta en mano. —Rose, ¿estas lista?. —¿De nuevo va a abrir ella?— Preguntó Agatha, una mujer de 29 años con mucha experiencia dentro de los clubs nocturnos, y también una de las bailarinas que odiaba a Rose. —No, esta noche no, esta noche estará en el VIP. —¡¿Qué?!. Rose no entendía por que todas se veían aun mas molestas. —¿Quién la pidió?. Pamela hizo una mueca. —Déjame hacer mi trabajo y tú has el tuyo. ¡Mershall hoy abres tú!, chica nueva muévete. Rose se puso de pie. —Tengo que cambiarme es… —Olvídalo, ya tenemos lo que vas a usar. Pamela llevo a Rose hasta una habitación que estaba bajo llave, dentro había vestuarios hermosos, había joyería fina y perfumes caros. —No entiendo— dijo Rose. —Cuando un VIP te pide, solo quiere decir una cosa, que está pagando mucho dinero por tu compañía, lo que ganaste ayer, no será nada comparado con lo que ganes hoy. —P-pero yo no soy dama de compañía, yo bailo. —Oh y créeme vas a bailar, pero solo para él. —¿Quién es?. —No lo se, a nosotros no nos dan los nombres, solo Marian, Rodrigo y Maximiliano tienen acceso a esa información, te daré un consejo chica nueva, no hagas preguntas innecesarias, la mayoría de estos millonarios son casados o políticos, no quieren chismes, ni chismosos, ¿Entiendes?. Rose asintió, se puso un conjunto rojo, un Top lleno de diamantes y una falda corta que apenas y la cubría. Se puso un poco de perfume y Pamela la ayudó a ponerse algunos accesorios. —¿Qué tengo que hacer?. —Lo que mejor sabes, bailar, mantenlo entretenido. Rose asintió y bajó hasta la primer planta, donde ya abundaba la fiesta, la última vez no pudo ver el lugar, pero ahora estaba asombrada, había chicas bailando en jaulas, hombres trajeados bebiendo y riendo, mujeres semidesnudas sirviendo tragos y meseros yendo en todas direcciones, el DJ resultaba ser una mujer de un hermoso cabello color azul, era deslumbrante. Los hombres no bebían cerveza barata, todos tenían tragos preparados y botellas caras de licor. —¡Con ustedes…Violeta!— dijo el presentador con emoción. La vista de Rose viajó al escenario donde salió esa tal Mershall, el escenario donde ella había bailado la noche anterior, pero muy pocos prestaban atención. Pamela sujetó de una mano a Rose y le señaló una entrada, donde había un guardia alto y fornido. Aquel guardia las dejó pasar y subieron a la segunda planta, todo se podía ver desde ahí, había algunas mesas que se veían mas exclusivas, había unos hombres mayores, que eran atendidos por mujeres menos vulgares, era evidente que esos eran los clientes con mas dinero, ni siquiera hacía falta preguntar, fue ahí que la mirada de Rose chocó con la de Diego Archí. Él platicaba con Rodrigo. —¿Qué hace aquí la chica?. —Adivina— dijo Rodrigo. —¿Quién la pidió?. —Franco, Franco Letterman. —No, dile que no esta disponible— dijo Diego un poco enojado, conocía a Franco, sabía que era un hombre mayor muy bien conservado, que cautivaba a las mujeres y que muy pocas se negaban a pasar una noche con él. —No puedo, ya pagó, ¿Por qué de pronto decides eso?. Diego bufó. —¿Cuánto pagó?. —Doscientos mil dólares, toda la noche. —Yo me encargo. Rose caminó detrás de Pamela, hasta que llegaron a un privado, era una habitación muy bonita, había un sofá, una mesa con una botella de Champagne lista para servirse y un pequeño balcón con una vista muy hermosa. Había una cama bien tendida y un pequeño escenario donde había un tubo de Pole dance. —¿Por qué hay una cama?. —No tienes que acostarte con él, eso es decisión tuya, pero te diré una cosa, en esta vida los pequeños sacrificios te llevan a la cima— dijo Pamela. ¿Eso que quería decir?. Rose negó, se negaba a ser una puta*, aunque también sabía que bailando en estos clubs, nadie la veía por sus buenos actos, todos la veían por su cuerpo. —Espera aquí a que llegue el cliente, buena suerte. Las piernas de Rose temblaban un poco, se acercó al balcón y miró los diferentes bares que había por la zona, todas esas personas divirtiéndose con sus amigos, todos esos carros lujosos, y todas esas vidas que eran tan diferentes a la de ella, ¿Por qué?, ¿Por qué sus vidas parecían menos complicadas? Se sujetó el cuello y pensó, que tal vez estaba haciendo las cosas mal, tal vez estaba desaprovechando una gran oportunidad, entregarse a alguien por dinero, ella necesitaba ese dinero, ¿Estaba mal ser codicioso?, ¿Estaba mal querer una vida mejor?. La oportunidad estaba justo frente a ella, ser tachada como una zorra rica o ser tachada como una zorra pobre. —Lo hare— se dijo así misma. La puerta de aquel privado se abrió y Rose respiró hondo, no importaba quien entrara por esa puerta, ella ya no iba desperdiciar una oportunidad, por que en esta vida, o eres perra, o eres pendeja*.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR