Capítulo 5

2281 Palabras
Julián Esta noche estaba muy cansado, a decir verdad, solo con ir a la empresa me cansaba, no podía siquiera pisar ese lugar, no lo soportaba, suspiro y abro la puerta de casa, pero no hay nadie a la vista así que decidí irme a dormir inmediatamente, ni siquiera hambre tenía, al subir a mi cuarto encontré la puerta abierta y como era de esperarse pensé lo peor, o sea, no había nadie en casa y mi cuarto estaba abierto, no era por ser paranoico, pero tenía mis razones, sin embargo, cuando entré escuché una de las llaves del baño abierta y al entrar encontré a Mercedes cerrando la llave del lavamanos, ella se giró y me sonrió. - ¿Cuándo llegaste? - Le pregunté sorprendido, no esperaba su regreso tan pronto. - Hace unas horas. - Me respondió pasando una mano húmeda por su cuello. - Te estaba esperando. - ¿Por qué no fuiste a la constructora a buscarme? Sabes que estaría allá. - La tomé de la mano y la atraje hacia mí. - Si, pero quería darte la sorpresa. - Se acercó más a mi cuerpo dejando escasos centímetros de distancia y me puso sus manos en el cuello. - ¿O qué? ¿No te gusta? - Hizo un mohín. - No es eso. – Negué. -  Es que así hubiera salido más temprano del trabajo y pasarme el tiempo contigo. - La saqué del baño y la llevé a la habitación tomada de la mano. - Te hubiera invitado a cenar o tal vez a ir al cine, pero ahora estoy muy cansado y me duele la cabeza. - Ay, pobrecito de mi prometido. – Sonrió y se sentó en mi regazo. – Estoy segura que eso es psicosomático considerando lo poco que te gusta trabajar allí. – Comentó, pues como era de esperarse ella sabe muy bien lo mucho que detesto ese lugar y que todo esto lo hago por mi familia, no los quiero defraudar. - ¿Quieres que te de un masaje en la espalda? - Me dio un beso en la mejilla, pero la separé de mí reaccionando a lo que había dicho en un principio. - ¡Ya te dije que no me digas así! ¡No soy tu prometido, solo somos novios! – Grité de pronto sintiendo algo incomprensible en mi interior y la miré serio. No sé porque, pero me irritaba que me dijera así y no lo podía controlar. - ¡¿Qué carajo te pasa, Julián?! – Me grita de vuelta ofendida por mi actitud, no es para menos, pero no me siento en mis cabales como para ofrecer una disculpa o para intentar arreglarlo. - Tú y yo o estamos comprometidos, Mercedes, solo eso. No es bueno andar especulando las cosas. – Respondo a mi pesar porque soy un caballero. - Eso es porque tú así lo quieres, ya tenemos dos años siendo novios y me has presentado ante todo el mundo como tal, yo quiero ser tu prometida, debería serlo ya, me he ganado ese lugar y sé que nos amamos. - Sus ojos empezaron a cristalizarse indicando el llanto inminente. - ¿No sé porque te asusta tanto el compromiso? – Sonaba dolida y de repente me sentí culpable porque ella no tiene la culpa de nada. Me senté en la cama y tomé aire porque sentía que me estaba ahogando y no podía hacer nada para evitarlo. - Yo solo quiero ser tu esposa, porque te amo, Julián eres el hombre con el que quiero estar por el resto de mi vida. - Se le salieron algunas lágrimas que pude ver rodar por su mejilla. - No llores Mercedes.... – Intenté, pero me interrumpió. - ¡¿Qué no llore?! Tú no sabes cómo me siento con tu rechazo, pero está bien, yo voy a esperar. – Tomó aire y se limpió las mejillas húmedas por las lágrimas y luego salió de mi habitación. Intenté seguirla, pero no logré alcanzarla. Cuando salí su auto ya iba derrapando en la calle, tenía la oportunidad de seguirla en mi coche, de alcanzarla y tal vez detenerla, pero no lo hice porque no tenía caso hacerlo ahora, lo mejor era esperar al día siguiente a que las cosas se calmaran, además tampoco tenía ganas de discutir con ella sobre ese tema. Subí de nuevo a mi cuarto rogando porque en realidad la casa esté vacía y mis padres no hayan escuchado nada o mañana será un día de esos llenos de sermones que tanto odio, me di un baño y acosté. ---------------------------------------- Corrí por un bosque, seguía corriendo, pero no encontraba salida, parecía que corría en círculos. Los arboles eran altos parecían no tener fin, la poca luz del sol que se filtraba por las hojas le daba un tono nocturno a aquel lugar, habían hojas secas en el suelo y yo estaba vestido de blanco, no sabía de que era que corría, pero aun así sentía que no debía detenerme, hasta que llegué a un precipicio, rocas altas, muy altas, el agua se veía limpia y cristalina, no me di cuenta en que momento empecé a caer, o si había saltado, o me habían empujado, no era consciente de tan cosa, pero iba cayendo al agua y lo supe cuando choque con el frío líquido, allí estaba yo sumergido, con los ojos cerrados, hasta que, abrí mis ojos y pude ver el cielo desde dentro del agua. -------------------------------------------- Desperté aterrorizado, estaba sudado, con el corazón a mil por hora y la respiración agitada, lo peor de todo es que no sé porque tuve ese sueño, pero sé que no indica nada bueno, miré el reloj y eran las 4:12 de la madrugada así que me acosté de nuevo para volver a dormir, aún estaba con el dolor de cabeza, de hecho, sentía las sienes palpitando del dolor. Intenté conciliar el sueño, pero no lo conseguí, di vueltas y vueltas en la cama, pero no dejaba de pensar en ese sueño y de angustiarme con solo acordarme del miedo que sentía en él y la sensación de huir, aunque no sabía de qué, ya estaba amaneciendo cuando pude quedarme dormido nuevamente, pero sonó la alarma y lancé el reloj contra la pared, no pretendía levantarme ni mucho menos trabajar hoy, fácilmente se podían ir todos al carajo si venían a decirme algo o me llamaban. Vanessa Salí de mi cuarto cuando ya el sol entraba de lleno por mi ventana y encontré a Marcela tirada en el piso de la sala, parece que otra vez llegó drogada y mucho, además no se ve nada bien. La tomé por los brazos y la sacudí para que despierte, pero no lo hacía y era demasiado pesada como para cargarla hacia su cuarto, pero tampoco podía dejar que Zaida la viera en ese estado, intenté despertarla esta vez con varias cachetadas, pero no reaccionaba hasta que le lancé un vaso de agua fría sintiéndome mal con antelación, pero era por algo más fuerte que yo. Al sentir el líquido Marcela saltó de su “cama” poniéndose de pie y volviendo a sentarse de nuevo. - ¡Aaaaah! ¡Vanessa estás loca! – Me gritó exaltada. - ¡No, yo estoy muy cuerda a diferencia de ti! - También le grité, sabía que tenía resaca y eso le daría más dolor de cabeza lo cual era mi propósito así que me crucé de brazos y levanté una ceja. - Pues no parece, me despertaste. ¡Y no me grites! – Se quejó poniéndose la mano en la cabeza. - Te dejaría dormir si no estuvieras en la sala. - Hice un ademán señalando nuestro alrededor. - ¿Qué? ¿Cómo? – Preguntó confundida. - Dímelo tú. – Esta vez puse los brazos en jarra y me incliné un poco al frente mirándola con los ojos entrecerrados y los labios apretados. - No me acuerdo de nada. – Se recargó del mueble dejando caer su cabeza hacia atrás. - ¡Que novedad! – Rodé los ojos. - Bueno, vete a descansar a tu cuarto. – Ordené, ella solo asintió y se fue. Julián Escuché que tocaban mi puerta y le dije que pase, entonces vi entrar a mi nana que traía una charola en sus manos con lo que me parecía ser el desayuno. - Hoy vi que no fuiste a trabajar así que te traje algo de desayunar. - Puso la charola en la mesa de noche y se sentó en la orilla de mi cama. - No tengo hambre, nana. - Dije envolviéndome en las sabanas como un niño pequeño. La verdad me sentía peor que anoche, estaba más cansado y con dolor en la garganta y los cachetes junto con la nariz. - ¿Qué tienes hijo? - Me preguntó con un tono tierno identificando que algo me pasaba. - Me siento algo mal, me duele la cabeza, la garganta y tengo frío, además no me siento con fuerzas para hacer nada. - Solté un suspiro haciendo un puchero para que se conmueva por mí. Ella me sonrió y con lo buena que es asintió y se inclinó para darme un beso en la frente. - ¡Oh por Dios! – Exclamó separándose de inmediato de mí en cuanto sus labios tocaron mi piel, como si esta la hubiera quemado, y al parecer si fue así. - Estás ardiendo en fiebre. – Jadeó llevando ambas manos a su boca. Se puso de pie y salió de la habitación apresuradamente, no me dijo a donde iba, pero ya sé que fue por mi madre, a llamar al doctor de la familia y a buscar algo para curarme, no quería preocuparla, pero ahora va a preocupar a todos por mi causa. Y tenía razón porque en poco tiempo llegó mi madre por la puerta y se acercó a mí, se notaba muy preocupada. - Ya Lina está llamando al doctor Núñez para que te revise, te puedes poner muy mal si sigues con es fiebre así.  - Escuché de sus labios y no solo se veía, también se escuchaba preocupada, pero no le respondí ni la miré, los párpados me pesaban y sentía la boca seca y pastosa. Lina también entró, pero esta vez venía acompañada de Mercedes, que, aunque no la vi porque ya había cerrado los ojos lo supe por el olor de su perfume caro que inundó mi cuarto. - Mi amor ¿Cómo te sientes? ¿Qué sientes? ¿Qué pasó?  - Me preguntó Mercedes poniéndose a mi lado en la cama, pero sentada al lado de mi cabeza de frente hacia mi madre. - Tiene la fiebre muy alta, pero ya llamé al doctor para que venga de prisa. – Respondió Lina atropelladamente. - No se preocupen solo es un resfriado, nada más. - Intenté calmarlas, ya que una estaba más preocupada que la otra y a este paso no iba a ser el único a quien iba a revisar el doctor. - No mientas hijo yo sé que no te sientes bien, solo no quieres que nos preocupemos. - Añadió mi madre. Me conocía tan bien. Luego las tres guardaron silencio por unos minutos hasta que escuché que murmuraron algo y se fueron de mi cuarto Lina y mi madre, Mercedes se quedó allí y me puso un paño en la frente. Yo me quedé dormido en minutos. Mercedes Anoche discutí con Julián, no era mi intención, pero me siento mal porque creo que solo está jugando conmigo, yo lo amo y haría lo que fuera por él. Es injusto que no me corresponda igual. Después de que salí de su casa anoche me fui a la mía, mis padres no me vieron cuando llegué, al parecer mi padre está en sus andanzas nocturnas y engañando a mi madre. Eso no era un secreto para mí, pero prefería no meterme en sus asuntos de pareja y hacerme oídos sordos, ciega y muda. Subí a mi cuarto, me di un baño y me acosté a dormir, sin embargo, estuve pensando en la discusión con Julián casi toda la noche logrando que el sueño se me hiciera difícil de conciliar, pero en un momento quedé profundamente dormida. En la mañana me desperté y bajé a desayunar con mi madre en la alberca, estaba sola y casi no hablamos nada en ese tiempo, solo como me fue en el viaje a Milán, cuando terminé de desayunar, subí a mi cuarto me bañé y salí para la casa de Julián, necesitaba hablar con él. Tal vez sea muy perseguida y deje mi dignidad por los suelos, pero soy una mujer que da todo por amor, no me importa perder el respeto por mí misma por el hombre que amo, para mí eso vale mucho más. El amor. Al llegar me encuentro a Lina en la sala hablando por teléfono: - Si, venga urgente, .... Lo esperamos, gracias. – Dijo y luego colgó, pero no me pasó desapercibida la forma en que temblaban sus manos y en que respiraba agitado, como si hubiera corrido un maratón. - ¿Qué pasa Lina?  ¿Por qué estás tan alterada? Y ¿Con quién hablabas? - Le pregunté acercándome y sosteniendo sus manos para que no le diera un ataque o algo. - Es mi niño Julián, está enfermo y llamé al doctor Núñez para que venga a revisarlo. - No lo pensé dos veces y subí corriendo las escaleras hasta el cuarto de Julián, Lina me acompañó y abrió la puerta para mí, entonces lo vi, allí estaba él con la señora Emma sentada a orillas de su cama.
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