Capítulo 6

1515 Palabras
Marcela Estaba durmiendo cuando escuché la canción que tengo de tono en mi celular, tenía un plácido sueño que fue interrumpido una vez más, bueno no me acordaba de nada de lo que estuve soñando, pero supongo que fue plácido lindo, en fin, desperté de mal humor y tomé la llamada. -Hola - Saludé malhumorada a la persona detrás de la línea. - ¿Qué pasa Rosa? Soy el Juncas. - Escuché tras el auricular y rodé los ojos, claro, solo uno de mis amigos podía ocurrírsele interrumpir mi amado sueño. - Llamaste en muy mal momento, interrumpiste mi sueño. - Dije más enojada y refunfuñando para mis adentros. - Huuuy, tranquila fiera, solo llamo para recordarte el trabajo de esta noche, los chicos me pidieron que lo hiciera, seguro que todos sospechaban que estabas dormida y por eso me mandaron a mí. – Explicó y rodé los ojos. - Lo tengo presente ahora déjame dormir si no es mucho pedir, chao. - No esperé una respuesta de su parte y colgué. Estaba muy enojada como para seguir teniendo una conversación y más aún por teléfono así que solo bloqueé el móvil y lo lancé a una esquina de mi cama, miré la hora en el reloj en mi mesita y por un segundo me sentí tonta porque podía haberla visto en mi móvil antes de lanzarlo lejos hace dos segundos, pero no me culpo porque acabo d despertar y normalmente mis neuronas tardan en conectar entre sí, abro los ojos al ver que eran las dos y cincuenta y seis de la tarde, vaya, había dormido mucho y lo más molesto es que aún tenía la ropa de anoche, me la quité rápidamente y me dirigí al baño, llené la bañera de agua y le eché gel para el baño, me entré allí y me sumergí sintiendo como el agua fría me cubría y terminaba de despertar no solo mi cerebro, sino todos los sentidos de mi cuerpo inmediatamente y la piel se me eriza al mojar mi cabello, saqué la cabeza y me quedé sentada en el agua acariciando mis piernas y mi abdomen por largo rato. Pasé un largo tiempo en el baño, alrededor de una hora como siempre, mi cuerpo parecía una pasa, pero no me importaba porque ya estaba acostumbrada. Salí con una toalla envuelta en mi cuerpo, por suerte el dolor de cabeza había pasado un poco así que no estaba tan de malas, me senté en la cama y examiné mi habitación con la mirada dándome cuenta que estaba súper desordenada, pero no tenía ánimos para arreglar algo ahora así que se quedaría para después, hubo algo en especial que llamó mi atención y fue el hecho de que había una mochila cerca de mi armario que no estaba ahí ayer, entonces, como si fuera una grabadora de imágenes empecé a recordar, pasaron imágenes por mi cabeza de mi apuntándole a ese hombre con un arma dentro de su camioneta y pidiéndole todo su dinero como una asaltante, ese no es mi oficio aunque ayude a los chicos a robar así que no sabía si sentirme orgullosa o totalmente indignada conmigo misma, de igual forma, daba igual porque ahora tenía otro asunto por resolver. Me acerqué a la mochila y la tomé, la vacié encima de la cama y vi todas las fotos que tenía y todas eran mías de más o menos cinco días anteriores hasta anoche, se ve que es buen detective. Además, tenía información sobre mí como si hubiera vivido conmigo. En ese momento estaba considerando que tal vez, lo mejor que hice fue asesinarlo, obviamente no me arrepiento de haberlo matado, era necesario, si esto llegaba a manos equivocadas yo estaría muerta o presa a estas horas y aunque no era una desalmada, entre él y yo me elegía a mí una y mil veces, aunque tuviera familia, bebés, su madre anciana invalida y su esposa embarazada. Basta Marcela de exagerar. Me dije a mí misma. No es la primera persona a la que le quito la vida, pero si me da algo de remordimiento, ya que él solo cumplía con su trabajo de investigar a la amante de un hombre casado, un minuto de silencio en su memoria, por favor, pero nada más se le va a hacer así es la vida. Así es como actúo, no dejo que nada ni nadie se interponga en mi camino, si hay una piedra es simple, la quito o le paso por encima. Ahora lo más importante era deshacerme de toda prueba que pudiera tener así que me vestí con un pantalón largo n***o, rasgado en las rodillas, una blusa amarilla con las mangas que me llegaban a los codos y me qudaba más arriba del ombligo no tenia ningún dibujo, ya que nunca me han gustado las ropas así, me puse unas plataformas negras, me solté el cabello lacio haciéndole hondas en las puntas y me maquille con un poco de polvo, máscara en las pestañas y delineador en los ojos, un poco de brillo en los labios y rubor, nada exagerado, me puse mi reloj, también n***o y una cadena con un dije de rosa que me había regalado mi madre de pequeña, siempre lo usaba. Salí de mi cuarto, no sin antes colocarme mi colonia favorita con olor a rosas. Con la mochila en la espalda, parecía una colegiala que iba a la escuela un día de clases. Fui a la cocina a ver si encontraba algo de comer porque me moría de hambre, pero no había nada ¿Acaso Vanessa piensa que no me da hambre? fuí al refrigerador y encontré una nota en la puerta que decía: No sé a que hora te levantes y leas esto, pero de todos modos lo escribiré. Dejé comida en el microondas es solo una lasaña por si te levantas con hambre para que no pienses que yo creo que a ti no te da hambre (definitivamente eso fue lo que pensé), Zaida está conmigo, dijo que no quería oírte cuando despertaras toda resacada.   Llegaremos en la noche porque después de salir de la biblioteca vamos al centro comercial para ir a comprar algunas cosas para la casa. Que pases lindo día. Vanessa Rodé los ojos al leer la nota y fui a buscar mi comida al microondas. Cuando terminé de comer salí al patio trasero aun con la mochila en mi espalda, busqué la lata de la basura y eché algunos papeles de la mochila y le prendí fuego, me senté en un banco frente a la lata en llamas y encendí un cigarrillo, mientras se quemaban los papeles fui echando las fotos y otras cosas que habían allí, hasta que se quemó todo, incluso la mochila. Ya estaba anocheciendo cuando llegaron Vanessa y mi madre. - Hola, Mar. - Escuché a Vanessa saludar. - ¿Qué tal su día? - Pregunté sin ninguna expresión en el rostro y seguí revisando mis r************* , las cuales no tenían ni una sola publicación mía desde hace casi cinco años. - Aburrido. - Respondió mi madre quejándose de todo como siempre. - Que mal por ustedes. - Dije aun sin expresión alguna. - ¿Te sientes mal Marcela? - Dijo mi madre o mas bien afirmó. - No. - Esta vez relajé un poco mi rostro y la miré a los ojos. - ¿Por qué lo preguntas? - Nada, es solo que ni siquiera nos hablas casimente y me estoy preocupando. - Respondió bajando la mirada con el semblante entristecido. Solté un suspiro y me acerqué a ella, que aun seguía cabizbaja. - Mamá, no te preocupes por mi, estoy bien solo que ya sabes cual es mi rutina y no quiero perjudicarlos a ti o a Vanessa. - Ella levantó el rostro y estaba llorando, eso hizo que mi corazón se rompiera en pedacitos así que la abracé y Vanessa se nos unió al abrazo. Pasamos unos minutos así y fui yo quien rompí el abrazo. - Tengo que ir a trabajar. - Las dos se miraron entre sí no muy convencidas. - Ya saben a lo que me refiero, me voy a preparar. Hoy sería el asalto con los chicos así que después de darme otro baño me puse ropa sexy, un vestido marrón ceñido al cuerpo, pero no mucho, no tenía mangas, pero si tenía tela transparente en los lados de la cintura dejando ver mi piel, además de un cierre que recorría el vestido completo por la espalda. Me puse unos tacones no muy altos, pero tampoco bajos color crema, amarré mi cabello en un moño y lo apreté con una media para poder ponerme la peluca, rubia con flequillo, mis lentes de contacto verdes, me maquillé sencilla con pocas joyas y me puse una chamarra negra, agarré mi cartera crema y entré lo necesario en ella (celular, maquillaje, pastillas, condones, dinero, mi pistola cargada, una caja de cigarros, mi encendedor y un sobre de mi medicina). Estaba lista para esta noche. Respiré profundo y salí de mi casa.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR