Apenas puedo moverme la mañana siguiente, me remuevo debajo del cobertor al tiempo que noto dos cosas. Primero, que estoy desnuda bajo las sabanas y segundo, tengo el cabello hecho un nido de pájaros. —Buenos días —escucho la voz de Ian y gimo echándome el cobertor encima. Los recuerdos de la noche de anoche me golpean y maldigo entre dientes mi mala cabeza. —Venga, todos estarán aquí en un par de horas. Me atrevo a mirarle y con una mirada cautelosa lo observo. — ¿Aún quienes casarte conmigo? Frunce el ceño antes de negar. — ¿Por qué te fuiste a un night club a ver a unos hombres semidesnudos? —hace como si lo pensara —a ver, dado mi portuario contigo y todo lo que te he hecho pasar… no, sigo queriendo que seas mi esposa. Palmea la cama. —Vamos, necesito tener una novia caminand