María Max acaricia mi desnuda espalda, lo miro, tiene ese brillo en sus bellos ojos grises — ¿Max estas seguro que quieres casarte conmigo? – pregunto y él me mira fijamente — Claro que esto seguro, yo te amo, y lo que más deseo es que seas mi esposa, quiero que seas solo mía– dice y sus palabras hacen que mi corazón palpite más fuerte — Yo siempre he sido solo tuya – digo con seguridad, Max sonríe y me besa — Sé que nunca harías nada malo, solo, a veces mis traumas me hacen decir estupideces – dice Max y enarco una ceja — Entonces, aceptas que estás traumado – digo, él trata de ponerse serio pero la diminuta sonrisa que se asoma en sus ardientes labios lo delata — Un poco – dice divertido — Tal vez necesites terapia – digo sonriendo, Max me aprisiona a su cuerpo y me da rápidos be