Después de que la tensión pasó o más bien se fue, Ximena, Fátima, Manuel y Sabina conocieron a la pequeña Sila que en seguida cautivó el gran corazón de su sobrina cuando la vio. —Es muy bonita.— Expresó sonriente mientras veía a su abuela. —Muy bonita como tú.— Respondió Luz mientras le acariciaba el rostro. —¿Le puedo regalar una de mis joyas? — Preguntó mientras se quitaba la pulsera de la mano y Con mucho cuidado se la ponía sobre la mano.— Silla billa mucho. —Creo que tu sobrina ya le dio un apodo a tu hija sin querer.— Dijo Fátima entre risitas al escuchar que la nena llamó Silla en lugar de Sila. —Ahora serán Sillita y Sabanita ¿cierto? Las tres se rieron. Manuel entró con una taza de té y se la dio a Luz. Ella sonrió. —Gracias. —De nada ¿puedo cargarla? — Le preg