El eslabón

1325 Palabras
La fiesta de la empresa continuó, que en realidad era una reunión de amigos porque no llegaron a más de siete cenando en la gran mesa que Fernando había preparado. Luz sonreía feliz mientras los otros chicos contaban las anécdotas y David escuchaba, lo hacía atento mientras el anfitrión presumía a diestra y siniestra todo lo que había hecho y al parecer sólo era nuevo para ellos porque los demás simplemente sonreían y se reían como si ya tuvieran aprendido la anécdota. Finalmente pudieron ponerse de pie y uno de los chicos, fotógrafos igual que Luz, la llevó al pequeño estudio que Fernando tenían para mostrarle unas fotos. David se fue al pequeño balcón y tomó lo último del vino en su copa.  —¿Te la estás pasando bien? — Escuchó la voz de Fernando que venía justo directo a él.  —Bastante.  —Veo que aún hay cosas que no entiendes, de México ¿te está costando adaptarte?  —¿Te está costando a ti comprender que Luz haya llegado casada? — Habló David firme y Fernando sonrió.  Él se recargó sobre el barandal y vio para dentro de su departamento.— Luz me dijo que era soltera.  —Lo era, cuando aplicó, pero ahora está casada conmigo ¿no te dijo que se casó?  —Mencionó algo… pero pensé que el marido se quedaría donde quiera que se quedara. —¡Ah! Y ahora estoy aquí… sorpresa.— Contestó David sonriente.  Fernando Fernández suspiró.— No tengo nada en contra tuya ¿sabes? Incluso te ves buen tipo, me caes bien.  —Pero tú a mi no… puede que tu facha de doctor primero de su clase te dé muchos puntos con las mujeres y varios polvos, pero conmigo no funciona, yo era tú antes de ella…— y señala a su esposa con la mirada.— Y me la sé todas. No lo intentes con mi mujer.  —¿Qué? ¿Te da miedo? — Le contestó y David volteó enseguida a verle. —¿La vas a prevenir?  —¿Miedo? —Preguntó el pediatra.  Fernando lo volteó a ver.— Luz es una mujer apasionada por lo que hace y esa pasión… atrae a cualquier hombre pero ¿podrás estar a su altura? Ella viajará, se moverá por todas partes y tú quedarás como un tonto detrás de ella y serás su ancla. Al principio todo será maravilloso, viajes aquí, conocer acá, pero tu trabajo no es para estar moviéndote de un lado a otro, pertenece a otra rama, otro ámbito y te cansarás pidiéndole que pare y,  cuando ella se sienta retraída, entenderá que quien la detiene eres tú y no habrá más nada que se pueda hacer, tendrás que irte, dejarla volar. En mi caso, tengo todo para hacer que vuele y por qué no… tal vez que vuele conmigo.  —¿Me estás amenazando? — Preguntó David enojado.  —No, te estoy asegurando que eso pasará… y eres tan predecible que lo primero que harás al salir de aquí es prohibirle a Luz que trabaje conmigo sólo porque tendrás celos, y eso no le gustará a ella porque será el primer eslabón de la cadena que la amarrará y cortará sus alas, así que tú decides…  David se quedó en silencio y sintió un coraje interno cuando escuchó las palabras de Fernando, era verdad, si él le prohibía a Luz trabajar en la editorial por sentir “celos” no haría más que alejarla y posiblemente darle el espacio a Fernández para entrar.  —Lo estás pensando ¿no cierto? — Insistió divertido.  —Confío en mi mujer, pero no confío en tí. Pero con lo primero me basta.  —Buena suerte, porque no sé si Luz te dijo, los primeros viajes son junto a mi y créeme moverse en México, no es lo mismo que moverse en Europa… prepárate para muchos días solo David pensando en qué estará haciendo mientras tú... no haces nada.  Fernández se alejó  con una sonrisa en el rostro que fue opacado por la sonrisa que Luz traía en el suyo, se sentía como un idiota, Luz le había dicho que viajarían pero nunca pensó que los primero viajes él tendría que quedarse en el piso esperándola.  —¿Todo bien guapo? — Le preguntó y lo abrazó metiendo los brazos rodeando su cintura y recargando su pecho sobre él.  —Todo perfecto.— Mintió y le dio un beso sobre el cabello.— ¿Te importa si nos vamos? Estoy un poco cansado.  —Sí claro, vamos… el olor a cigarro me está matando.— Confesó Luz.  David la tomó de la mano y ambos salieron del balcón. Después de despedirse y de evitar las miradas de Fernández, ellos dos salieron del lugar y Luz pidió un Uber para que los llevara al piso . Él iba pensativo, por primera vez en su vida sentía esto llamado celos, algo que le gustaba provocar pero que jamás pensó que a él se lo provocarían. Vio a su esposa y quiso pedirle que no se fuera de viaje con él, que Fernández estaba interesado en ella más allá de lo profesional y que tuviera cuidado, le entró un pánico por perderla, un miedo al pensar que si la dejaba ir ella ya no regresaría.  —¿Guapo? ¿Canarias? — Escuchó la voz de Luz.  —Dime.  —¿Qué te pasa? ¿Es el vino? — Bromeó.  —No, sólo pensaba. Me contó Fernández que los primero viajes él irá contigo…, yo pensé que iría también ¿por qué no me lo dijiste?  —Porque me acabo de enterar esta noche, pero no te preocupes puedes ir conmigo, no hay nada que te lo prohiba…  Él se quedó en silencio un rato y tomó su rostro con ambas manos, luego sonrió—¿Me amas? — Le preguntó.  Luz acarició su barba.— Con mi vida ¿por qué lo preguntas?  Él vio hacia arriba al balcón alumbrado por la luz del piso de Fernández y recordó lo que él le dijo, lo del ancla, lo del eslabón y la cadena y luego vio a su esposa.— Me gusta que me lo digas, se escucha bonito.— Expresó finalmente.  —Entonces te lo diré todos los días,  mi amor. No te preocupes, los viajes ni siquiera son de días, son de horas. Iremos a Puebla y en uno y a Pachuca en otro. Me iré a las cinco de la mañana y estaré de regreso a las diez de la noche, te juro que no hay razón para que me quede allá. Regresaré a dormir a tu lado.  «Él encontrará una razón para que te quedes» pensó David mientras sonreía.  —Entonces ve, te esperaré en el piso.  —¿Seguro? Puedes ir y… —No, interrumpiré tu trabajo.— Y acarició su cabello mientras ella cerraba los ojos.— Así terminarás antes y regresarás más pronto, sólo prométeme que mas adelante podré ir yo.  —Definitivamente, viviremos en tres o cuatro lugares diferentes y le puse bien claro a Fernández que no me iré sin mi esposo.  David la abrazó y Luz besó su pecho.— Gracias mi amor, por todo lo que estás haciendo por mi.  —No debes agradecer, te amo y quiero verte feliz y tranquila en tu trabajo ideal.  —Porque luego viviremos tu sueño.  —Porque luego yo viviré mi sueño.  El Uber llegó justo a la puerta del edificio y David abrió la puerta para dejar subir a Luz. Le dolía y mucho dejar que Luz se fuera con ese “picaflor” a solas, pero tenía que demostrarle que confiaba en ella, que estaba seguro de que lo amaba y no cortar sus alas, porque Fernández tenía razón, si David se enojaba o tenía celos… la perdía. 
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