El doctor Canarias

2188 Palabras
David Canarias abrió la puerta del piso y vio a Tita frente a ella.  —Ese es un tamal oaxaqueño.  —Así es, verde.  —¡Uy! — Dijo Tita mientras movía la cabeza de un lado para otro.— Pasaron cinco años para que no me hicieran daño. —¿Qué?  —Es una broma. Bueno, me dijiste que eras médico ¿no?  —Pediatra.  —Pero sabes de medicina.  —Supongo, es un pequeño requisito de la carrera.  —Sólo di sí, no me presumas, acompáñame.— Le pidió ella y David entró para dejar su tamal sobre la mesa y cerró tras de él.  Luz esa mañana se había ido a la trabajar y  David se quedaba solo en el piso mientras encontraba qué hacer, así que la visita de Tita le cayó como anillo al dedo. Bajaron las escaleras hasta la planta baja y luego entró al piso 101 donde una joven de unos 22 años atendía a su abuela que estaba sobre el sofá.  —Llegó el doctor.— Dijo Tita y David pasó a la sala. La chica volteó a verlo y sonrió.  —Buenos días.— Saludó él.  —Buenos días… doctor.— Contestó al chica mientras lo observaba de pies a cabeza.  —La señora se siente mal.— Anunció Tita mientras David se ponía de rodillas y revisaba sus signos vitales.  Por un rato ante la mirada de las tres revisó su reloj de pulsera y luego miró a Tita.— Su corazón está latiendo muy rápido, bastante acelerado diría yo.  —¿Cómo empezó esto? — Le preguntó a la chica que sólo lo veía a él.  —¿Cómo qué no sabes?  —Yo estaba viendo videos cuando la encontré así.  —Se supone que debes cuidarla Margarita.— Le regañó Tita.  —Pues eso hago… ¿crees que no lo hago?   —¿Tiene problemas del corazón? ¿Algo de cuidado?  —No que yo sepa.— Contestó Margarita.    David decidió ignorar a la chica y se volteó a ver la señora que apenas podía respirar. Margarita lo tomó muy mal porque no estaba acostumbrada a que un hombre tan guapo le hiciera ese desplante.  —¿Tienes problemas del corazón? — Le preguntó a la señora.  Ella negó con la cabeza diciendo que no.  —No puedo hacer esto así, necesito mis cosas para medir la presión y ver que tiene.  —Y ¿dónde las tienes? — Preguntó Tita.  —¿En España? — Habló.  —¡Guau! Eres igualito a tu padre… — Bromeó Tita.  —Vine como esposo de Luz, no como pediatra.— Contestó él y luego revisó que la señora tenía residuos de chocolate en las manos.  Comenzó a buscar por el suelo hasta que metió la mano debajo del sofá y encontró cuatro paquetes de chocolates vacíos escondidos. Vio las etiquetas y suspiró. —Tráele agua a tu abuela ¿quieres?  Ella se dio la vuelta y entró a la cocina que era muy diferente a la que Luz y él tenían.  —¿Cuántos años tiene? — Le preguntó con mesura a la señora.  —setenta y nueve.— Contestó más tranquila.  —La ingesta de chocolates a los setenta y nueve años es buena, pero no cuando se come cuatro paquetes…esto es muy malo señora, lo que le dio fue un rush de azúcar que sólo le durará unos minutos más, pero me preocupan sus niveles de glucosa ¿tiene diabetes?  —No que yo sepa doctorcito.— Pudo contestar y luego tomó el vaso con agua que traía su nieta.  —No puede comer chocolate ¿sabe?— Volteó a ver a la chica.— No puedes dejar que lo haga, la próxima vez le puede ir peor.  David se puso de pie y su impresionante figura y altura hizo que la chica se sonrojara.— Cuídala, porque parece que es amante del chocolate  —Si, lo haré.— Contestó.  —Gracias doctorcito.  —De nada… cuídese.  Tita y él salieron del piso y ella le sonrió.— Gracias, te soy sincera me asusté, pensé que le pasaba algo más y sólo pensé en ti. La señora vive con la nieta y la hija, pero ella se va a trabajar al mercado muy temprano y regresa un poco tarde.  —No te preocupes, se sintió bien saber que todavía no olvido lo que aprendí.— Bromeó. Y ambos empezaron a subir las escaleras de regreso.  —¿Sólo viniste como esposo de Luz entonces? — Preguntó.  —Sí, soy David Canarias esposo, no pediatra.  —Eso lo veremos... Gracias Canarias y no comas ese tamal, aún no estás listo.— Bromeó Tita mientras se metía a su piso y él se quedaba en medio del pasillo.  Subió hasta su piso y después de cerrar la puerta esbozó una sonrisa, por un momento se sintió genial, se sintió útil, se sintió doctor y eso era algo que extrañaba un poco. Ya que David tenía una rutina bastante establecida antes de pasar a ser esposo de Luz. Solía levantarse a las seis de la mañana, hacer ejercicio, desayunar, ducharse e irse al hospital, tener una y otra vez rushes de adrenalina, correr a veces de un lado para el otro y a  no dormir por 72 horas, ahora sólo corría escaleras abajo para alcanzar al de los tamales oaxaqueños ya que tenía mucha curiosidad de probarlos y siempre se le pasaban.  —Supongo que tendré que encontrar otras maneras de entretenerme.— Murmuró, después vio el tamal sobre la mesa y sonrió.— Primero un rico y delicioso tamal oaxaqueño.— Y fue directo hacia la mesa.  Luz llegó horas después, abrió la puerta y vio a David sentado frente al ordenador portátil leyendo.  —Hola mi amor.— Saludó.  —¡Alma! Lo siento, no te escuché entrar.  —Ya vi.  Ella fue hacia él y se puso a horcajadas sobre él, David la acomodó  sobre su caderas, la tomó de la cintura y luego la besó. Ella se alejó y lo olió en el cuello.  —¿Qué?  —Comiste tamal oaxaqueño.  —Uno nada más… tenía curiosidad Luz. Además no me ha hecho nada, venga.  —Vale, te perdono con la condición de…  —Está en refrigerador, es rojo porque ya no había verdes.  —Ese es mi esposo… te amo. Te tengo una sorpresa.  —Dime.  —Hoy por la noche iremos a casa de mi jefe Fernando Fernández a una cena de la empresa, así podrás conocerlo y también a los demás ¿te parece?  —Me parece perfecto.  Luz volteó y vio el ordenador portátil —¿Un maletín médico? ¿Te sientes mal? ¿Todo bien?  —Sí, sí.. lo que pasa es que hoy Tita me pidió que atendiera a una de las vecinas de aquí y no tenía nada a la mano… no fue nada, sólo un rush de azúcar, pero en caso de que pase algo más grave y me llamen o que te pase algo a ti, no tendré como hacerte un chequeo y… me muero si..— David se quedó en silencio por unos momentos y un nudo en la garganta se le formó. Nunca en la vida pensó que con solo imaginar a la mujer de su vida herida o en peligro lo hiciera derramar lágrimas.  —No me pasará nada, te prometí que seria más precavida ¿recuerdas? No más cuevas, ni acantilados…  —Aún así, mi amor, lo compraré por si se necesita… tal vez necesites una bandita.—Le dio un beso sobre la frente.— Te amo Luz, y estoy aquí para protegerte y para amarte…  —Y desobedecerme con los tamales oaxaqueños.  —Si me pasa algo yo me curo solo… soy el doctor Canarias… ahora dime ¿qué pasará en esa cena?  Después de una tarde juntos y de que ambos disfrutaran de Roof Garden, David y Luz se cambiaron para poder ir a la casa de Fernando Fernández el jefe de Luz que, por motivos del próximo proyecto, había decidido hacer una fiesta de lanzamiento.  Ambos llegaron al edificio que se encontraba en la zona Lomas de Chapultepec, y subieron hasta el nivel tres donde después de recorrer el pasillo tocaron en la puerta 302. Al abrir, un piso muy moderno con suelo de madera, una pequeño balcón,  sala y un librero que cubría la pared de en frente les dio la bienvenida. Un hombre un poco menos alto que David, de cabello corto y muy sonriente les abrió la puerta.  —Bienvenida… bienvenidos.— Expresó sorprendido viendo a David que traía una botella de vino en la mano.  —Fer, él es mi esposo, David Canarias, David él es el doctor Fernando Fernández.  —¡Ah! También eres doctor, como yo.— Comentó David.  —Pues si eres doctor en sociología con una especialidad en fotografía documental, entonces si. — Presumió y el pediatra sonrió conocía ese tipo de respuestas, Fernando comenzaba a marcar su territorio.   —Yo soy pediatra.— Respondió.  —Es igual de importante, pero pasen… pasen… no ha llegado nadie aún.— Comentó ignorando su mirada.  —¿En serio? Pero si hemos llegado una hora tarde.— Expresó David.  —Bueno… es algo muy de México, me pasó lo mismo cuando llegué de j***n, allá igual son extremadamente puntuales y bueno, la primera fiesta… llegué a barrer… y criticando el sushi ¿haz ido a j***n?— Preguntó  —No.  —Yo he ido tres veces. Las tres experiencias diferentes ¿a dónde haz viajado entonces?  David se quedó de nuevo en silencio y Luz simplemente lo veía a él sonriente.— Pues he vivido en Paris, Barcelona, he viajado a Rusia con mi padre una vez, trabajé con médicos sin fronteras en Perú y vivía en Madrid.  —¡Guau! ¿Pues que hace tu padre? — Preguntó.  —Es dueño del Conglomerado Canarias de Con, es más o menos como dueño de media Ibiza… eso escuché.  Fernando se quedó con la boca abierta y luego sonrió, David miró a su esposa y le sonrió. —¿Pasamos a la cocina? — Dijo Fernando.  Los tres entraron a la cocina y David y Luz atrás, tomados de la mano se vieron.— Lo hablamos en casa porque no entiendo nada.— Murmuró y le dio un beso sobre los labios. —Entonces David… ¿Qué hace un pediatra casado con una fotógrafa? — Preguntó. —¿Qué? ¿No puedo? — Respondió con su típica respuesta.  —No, claro que sí, bueno, Luz es muy guapa y cualquiera… —David la lanzó una mirada un poco audaz y Fernando cortó lo que decía. — Claro que puedes.— Finalizó.— Sólo era curiosidad.  Fernando comenzó a ponerse nervioso ante la presencia de David, al grado de que no deba una al tratar de abrir la botella de vino. El doctor la tomó simpático, puso el saca corchos y en un movimiento abrió la botella  y la puso sobre la barra de la cocina.  —Tengo especialidad en abrir vinos…es como agua para nosotros — Presumió y luego tomó a Luz de la cintura y le dio un beso sobre la frente—¿Quieres vino mi alma? — Murmuró y tomó tres copas y lo sirvió como si nada.  Fernando le sonrió, mientras veía como el esposo de Luz servía el vino para los tres y luego le daba la copa.  —Gracias. —De nada.— Contestó David simpático y luego tomó un poco de vino y volvió a besar a Luz sobre la frente.— Entonces ¿Doctor en antropología?  —Primero en mi clase, el más joven de graduarse. Empecé a estudiar en la Ibero ¿la conoces? Una de las mejores universidad del país, de ahí me dieron beca tras beca, hasta que me doctoré.  —¡Ah! Entonces nunca has trabajado.—Replicó David y Luz volteó a verlo.  —Amor.— Murmuró.  —No está bien Luz, tengo mi propia empresa… ¿Tú?  —Jefe de pediatría, en L’Hospitalet de Llobregat en Barcelona, pero renuncié… por ella— Y Luz sonrió.  Fernando se rió levemente.— Pasaste de ser jefe de pediatría a esposo de la fotógrafa.  —El esposo de la fotógrafa, la mejor que hay… es más ¡brindemos por Luz Ruíz de Con! La mejor fotógrafa que pudiste haber contratado y por su esposo… El doctor Canarias.  Los tres chocaron sus copas y Fernando tomó el sorbo viendo a David mientras él veía a su esposa. Tal vez Fernando no tenía sentimientos por Luz o tal vez sí, pero una cosa  estaba seguro, David había marcado su territorio por si alguna vez a éste se le ocurría meterse con su mujer, porque lo que Fernando no sabía es que un picaflor, identifica a otro con sólo verlo de lejos. 
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