Livercool

2041 Palabras
“Ya llegaron sus ricos y deliciosos tamales oaxaqueños” Se escuchó a lo lejos interrumpiendo el sueño de David Canarias “Acérquese y pida sus ricos tamales oaxaqueños” Volvió a escuchar el cántico a lo lejos en la calle.   “Hay tamales oaxaqueños, tamales calientitos” Por fin el doctor abrió los ojos para sentir la luz que entraba por la ventana de la habitación. El cántico de los tamales oaxaqueños seguía el fondo y parecía alejarse del lugar. Se irguió un poco al ver que su esposa no estaba al lado de él en la cama. ― ¿Alma? ― Murmuró y se puso de pie para ir al baño inmediatamente.  Después de la noche de bodas en las mañanitas, había regresado a la Ciudad de México el domingo por la mañana juntos con los Ruíz de Con y después de despedirlos en el aeropuerto para que ellos regresaran a Puerto Vallarta, Luz y David ahora vivían como marido y mujer en ese colorido piso que todos los días lo calentaba el sol y por las noches se podía tomar fotos maravillosas de la luna gracias al roof Garden.  Fue hacía el lavamanos y se echó agua fresca en la cara, salió a la habitación y apagó el ventilador portátil que les alivianaba un poco el calor de la primavera que nunca pensó fuera tan fuerte.  Se puso unas bermudas de color azul con amarillo canario que traía un escudo de un águila donados por el hijo de Tita y salió a la sala, sólo para ver a Luz, con ese hermoso camisón rojo hablando por teléfono mientras picaba plátano y mango. Él llegó y la abrazó por detrás y le dio un beso sobre el cuello haciéndola sonreír.  ―Sí, no te preocupes… estoy seguro que el calendario se puede modificar. Sí, comprendo, retratos de la Guelaguetza es sumamente importante… lo pondré para la junta del miércoles. No te preocupes. Gracias. Adiós. Ella dejó el móvil sobre la barra y luego tomó el plato hondo de colores blanco y azul y se lo ofreció.― Bowl de mango con plátano.  ―¿Me das un beso primero? ― Le preguntó él sensual mientras le daba un beso sobre los labios.― Buenos días señora Canarias.  ―Buenos días.― Respondió ella sobre sus labios y luego tomó un poco de mango y se lo dio. David lo comió al instante y cerró los ojos.  ―¿Qué ricura?  ―Temporada de mango… dos kilos por veinte pesos. Compré cuatro. ― Dijo Luz mientras comió un poco más.  ―La mejor de las inversiones ¿Crees que un día pueda ir por un tamal de esos que anuncian? ―Preguntó.  ―En unas semanas más... tu estómago aún sigue intacto.  David tomó el plato y caminó hacia la pequeña mesa que tenían cerca del balcón para sentarse a desayunar. Luz trajo una jarra de jugo de naranja y le sirvió.  ―Amo el zumo de naranja.  ―Jugo de naranja.― Corrigió.  ―Vale, jugo de naranja.  ―Y este se llama departamento, no piso, el piso es equivalente al suelo.  ―¡Guau! Nunca pensé que el español fuera tan difícil.― Bromea él y luego siguen comiendo. ―Hoy te tengo una sorpresa.― Señaló Luz mientras terminaba su fruta y pasaba a desayunar una pan lleno de frijoles y queso.  ―Dime y dame de esas tostadas.  ―No son tostadas, se llaman molletes.  ―Molletes…  ―Metes el bolillo, que es el pan, en el horno, le puedes poner poquita mantequilla encima para darle el aspecto dorado, después de que están tostados le pones una capa de frijoles refritos, a mi me gustan los bayos, luego queso, yo le pongo Oaxaca. Lo vuelves a meter al horno para que todo se derrita y le pones tantita salsa pico de gallo.  ―¿Pico de Gallo? ― Preguntó él mientras Luz le da una aprobar de los molletes.  ―Así es… jitomate, cebolla, y un chile de amor…  ―¿De amor?  ―De mordidas.― Complementó y él se rió.― Los picas cuadritos, los revuelves con limón y con un poco de sal y ¡Delicioso!  ―Parece la bandera de México.  ―También la llaman salsa bandera. ―¡Qué sabia! En realidad me estoy excitando.― Expresa su esposo mientras ella se sonroja.  ―Bueno, luego vemos eso, te decía que te tengo una sorpresa.  ―Vale, dime.  ―Hoy iremos de compras al mejor lugar para conseguir ropa buena, bonita y barata. Para que ya te quites esas bermudas tan horribles.  ―Que me hicieron paro.― Contestó él y Luz sonrió.  ―Tu primera expresión mexicana… haz crecido tanto.  Luz tomó un poco de café y luego mordió el mollete.― En fin.― Habló después de comer, iremos, así que duchate y vámonos.  ―Perfecto. Muero por ir de compras al centro comercial.  ―Bueno, no es precisamente el centro comercial.― Aclaró ella y David se quedo un poco confundido.  ―Vale, voy.  ―¡Perfecto! Ahora desayuna y a la ducha.  ―¿Nos duchamos juntos? ― Pregunta David sexy.  ―Pero duchar, nada de clases de ducha 101.  ―Sería la 202, haz avanzado bastante.― Bromeó él y Luz se río. ―OK, rápido, pero nada que nos lleve más de 20 minutos.  ―¡Lo tomo! ― Expresó David mientras se ponía de pie, la cargaba entre sus brazos y la metía a la habitación.  Después de una corta ducha, según David, ambos salieron a caminar por el Centro Histórico de la ciudad justo al zócalo por donde estaba el Palacio Nacional. Luz lo llevaba de la mano y antes de llegar a la calle de Correo Mayor, ella se pasó la bolsa que siempre llevaba para adelante.― Dame tu móvil.  ―¿Qué?  ―Y tu cartera. David se los dió un poco confundido y vio como Luz los guardó y luego abrazó su bolsa.― Vamos a entrar a Correo Mayor, la calle que está detrás del Palacio Nacional, es la calle de los comerciantes y de la de los carteristas y bueno, hay que tener cuidado.  ―Amor, jamás he juzgado lo que me enseñas aquí pero ¿dónde me estás metiendo?  ―A Correo Mayor ¡ve! ― Y lo tomó de la mano y comenzó a caminar hacia una calle de un sólo sentido que donde un mundo de gente les dio la bienvenida.  David comenzó a caminar asombrado entre las cientos de personas que cargaban bolsas negras llenas de mercancía, gente vendiendo en mantas sobre la acera, música, locales con todo tipo de mercancía que sólo hacia que él se distrajera sin prestar atención, por eso comprendió lo de los carteristas.  ―¿Esa es una Michel Kors? ― Le preguntó viendo una bolsa.  ―Más o menos… pero es clon… Da el gatazo ¿no?  Él se volteó a ver a Luz que cada día se volvía más mexicana en su vocabulario.― ¿Gatazo?  ―Que si parece…  ―¡Ah! Si… da el gatazo. ― Respondió divertido.  De pronto vio una manta donde mostraban muchas calecetas y se acercó.― Son de buena calidad güero, están a tres pares por veinticinco.  ―¿Tres pares por veinticinco? ― Volvió a preguntar David y Luz sonrió.― Tres pares de calcetas polo ¡a un euro! ― Le dijo a Luz.  ―Así es, compra antes de que… ― Entonces David escuchó un silbato y de inmediato el chico levantó la manta con las calcetas y se perdió entre la gente.  ―¿Qué pasó?  ―Vendedores ambulates, cosas baratas pero se pierden, lo volveremos a encontrar en otro lado, ten listos los veinticinco pesos. Pero ven, vamos, te llevaré a un lugar donde no corren.  Caminaron unas cuadras más hasta que llegaron a un local que se llamaba “Livercool”. Ambos entraron para ver a un chico casi de la edad de Luz recibirlos con mucha alegría.  ―Pero si es la Luz… ¿qué onda chava? Pensé que ya no regresabas y ¿este?  ―Tristán, el es mi esposo.. David.  ―¿Te llamas Tristán? ― Preguntó David a Luz.―¿Como tu padre?  ―Así es… Tristán es el hijo…  ―Es el  hijo del amigo más cercano de Tristán Ruíz de Con, por él, mi padre tiene cinco puestos de periódico en cada línea del metro.― Presumió.  ―¡Ah!  ―Sí… ¿para que soy bueno Lucecita?  ―Bueno, mi esposo necesita un guarda ropa nuevo… ya sabes..  ―¡Güero! ¿Te puedo llamar güero? ― Le preguntó mientras lo abrazaba y lo invitaba a pasar más al fondo.  ―Pues si quieres.  ―Güero, tengo la mejor ropa clon y de Roberto que te mueres.  ―¿De Roberto? ― Preguntó él viendo a su esposa que ya comenzaba a escoger una que otra blusa.  ―Hablamos luego… tú escoge lo que quieras ¿vale?  David comenzó a tomar varios pantalones “Levis” que le gustaron todos a doscientos cincuenta pesos, no importaba el color. Tomó varias polos “marca polo” y unas “Lacoste” que en realidad se venían igual que las originales, al grado que pensó que tal vez la ropa de su maleta había ido a parar ahí. Finalmente se compró unas zapatillas “puma” o tenis como le dijeron que se llamaban y unas botas porque Luz insistido que siempre debía tener unas par los viajes.  ―Estás son de Roberto.― Dijo Tristán mientras se comía un chicharrón con salsas y otras cosas arriba.  ―¡Ah! Bueno… entonces se las dejo aquí.  Tristán y todos comenzaron a reírse y él tomó las botas y las metió a una bolsa negra.― ¡Ay güero! Sólo por eso te las regalo.  ―¿Vale?― Contestó él con fundido y Luz sacó la cartera y pagó lo que ambos habían comprado. Se despidió de Tristán que los invitó a regresar cuando quisieran y luego salieron de ahí para regresar de nuevo al zócalo e ir directo al Café de la Parroquia. Se sentaron con las bolsas al lado y ella pidió una jarra de limonada.  ―¿Podrías explicarme qué pasó ahí? ¿Quién es Roberto? ― Preguntó él.  Luz se mordió los labios.― Si te digo, prometes no enojarte… Sólo recuerda que pagamos 82 euros por todo ¿si?  ―Vale.  Ella se acercó a su oído y le dijo provocando que David abriera los ojos como platos.― ¡Robada! Era ropa Robada ¡Pero cómo!  ―¡Shhh! De Roberto significa robada.  ―¡Pero iremos a la cárcel! ― Expresó David.  ―No iremos a la cárcel, la ropa que compramos era clon, como las “Lacoste” que te compraste que tienen el cocodrilo del otro lado, de Roberto son las botas.. seguro y nunca llegaron a Liverpool.  ―¿A Inglaterra?  ―No…― Dijo Luz entre risas.― A la tienda Liverpool, es como El Corte Inglés.  David tomó un poco de agua y luego la vio.― Ahora entiendo lo de Livercool.  ―Venga David, era clon, esta bolsa es clon… no siempre compremos así, sólo por mientras, conforme vayamos viviendo aquí irás a comprar ropa más… como Liverpool. Es parte de la cultura del mexicano y te servirán por un rato... ¿sí?  David suspiró― ¿Sabes? Jamás nos encontramos al de las calcetas “Polo” quería mi oferta de tres pares por un euro.― Expresó y luego Luz se río.  ―Sólo no le digas a mi padre que voy a comprar con Tristán... no creo que le agrade.  ―¡Ay mi Luz aventurera! ― Dijo él mientras la abrazaba y le daba un beso.―Gracias por el guardarropa.  ―Sí para que ya regreses esas bermudas azul con amarillo canario.―Le pide y luego ambos se quedan viendo a la gente pasar.   
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