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1055 Palabras
Me observo en el espejo y me siento humillada, los ojos se me llenan de lágrimas al pensar en lo que podría sentir mi abuela si me viera de esta forma, sé que ningún trabajo es deshonra, pero a ella no le hubiera gustado que me ganara la vida de esta forma, pero ningún otro trabajo me ayudaría tanto como este. Esta noche estoy vestida con un traje de encabe n***o con ropa interior del mismo color, peluca de color rojo y antifaz de encaje n***o. Me pinto los labios de rojo intenso haciendo juego con la peluca. Me limpio una lágrima suelta y reviso que no se me haya dañado el maquillaje. - En cinco minutos sales – viene a decirme Sarah, me levanto de donde estoy y camino hasta la entrada de la tarima. Veo a mi compañera bailar las últimas notas de la canción. - ¿Bueno les gusto nuestras Afrodita? – pregunta el presentador – ahora la favorita de ustedes señores, Hator – dice y yo respiro profundamente antes de salir al escenario. Haunted de Beyonce comienza a sonar haciendo que comience a mover mi cuerpo, al ritmo de la música, de repente en uno de mis movimientos ojos se encuentran con los del hombre que estuvo hoy en temprano en el Club. Bajo de la tarima casi por inercia siguiendo la coreografía, camino por el medio de las mesas tratando de evitar en la que él se encuentra, me hace señales con dos dedos para que me acerque, pero decido ignorarlo. Me siento muy nerviosa y justo cuando acaba la canción salgo casi corriendo hacia los camerinos tratando de huir de aquella intensa mirada. Cuando estoy en el camerino trato de controlar mi respiración, observo el reloj y suspiro al ver que son las diez de la noche. quiero irme a casa, me tranquilizo un poco y salgo en busca de Antonio. Camino a través del club rumbo a la oficina de Antonio, al llegar toco la puerta suavemente y escucho desde dentro "Adelante" Al entrar veo que Antonio no está solo, esta acompañado del hombre que desde esta mañana me pone nerviosa. - Pasa – me dice, pero al ver la mirada de aquel hombre siento el impulso de salir corriendo. - Antonio, quería pedirle permiso para irme antes – pido y él me observa confundido ya que hace poco llegue – por favor - Puedes irte, pero el viernes debes hacer tres presentaciones – dice y quiero retractarme, pero estoy muy cansada. - Esta bien – respondo abatida, pero recuerdo que el viernes solo tengo una clase en la universidad por lo que puedo descansar para el trabajo. – gracias Sin más salgo de la oficina ignorando las miradas de aquel hombre tan imponente y atractivo, voy hasta el camerino, me cambio, me desmaquillo, me lavo la cara y salgo por la puerta de atrás sin despedirme de nadie. Cuando salgo a la calle camino rumbo a la estación del metro, pero justo cuando estoy por llegar un auto n***o se detiene junto a mí, decido ignorarlo y seguir mi camino pero escucho mi nombre. - Anabeth – una voz ronca y sumamente sensual me llama, me doy la vuelta y me encuentro de frente con el misterioso hombre. - ¿Perdón lo conozco? – pregunto tratando de controlar mis nervios. - Nos hemos visto desde esta mañana – responde sonriendo – ¿te llevo a casa? - Disculpe señor, pero desde niña me enseñaron que nunca debo subirme en los autos de extraños – respondo dándome la vuelta para continuar mi camino. - Dorian Wayne – dice haciendo que me detenga - ¿ya me conoces? - Nadie me asegura que usted no sea un asesino necrófilo – respondo dándome un golpe mental por la estupidez que acabo de decir. Él estalla en una sonora carcajada. Decido ignorarlo y continuar mi camino hacia el metro. Estoy muy cansada pienso mientras me siento, durante el camino trato de no quedarme dormida hasta que por fin llegó a la estación que me deja cerca de casa. Una vez entrar veo mi cama y sonrió. - No sabes cuánto te amo – digo quitándome los zapatos y soltando los bolsos, sin más me acuesto sin siquiera cambiarme de ropa y en pocos segundos caigo en brazos de Morfeo. Al día siguiente ya en la noche llegó al Club donde Sarah me dice que Antonio quiere verme, camino hasta su oficina pensando en lo que pude haber hecho para que me puedan llamar la atención. - Buenas noches – saludo entrando a la oficina - Hola Ana – saluda Antonio sonriendo – siéntate - ¿Hice algo malo? – pregunto tomando asiento. - No, solo que ha llegado un cliente que está dispuesto a pagar un millón de dólares, por una cena contigo – abro los ojos como platos. - ¿Es una broma? – pregunto sin salir de mi asombro. - Ana, aunque tú no te des cuenta, eres la favorita de este lugar – me explica, pero yo no logro salir de mi asombro – tu posees una sensualidad nata, tu belleza, aunque la ocultes es notable, no sabes cuantas propuestas he recibido de clientes que quieren un privado contigo o que pases la noche con ellos. - Fui muy clara... - comienzo a decir, pero él me interrumpe - Lo sé Ana, pero es un millón de dólares del cual te ofrezco el porcentaje que tienen las chicas que hacen esto – dice, pero yo no logro salir de mi asombro – es el setenta por ciento – dice y tomo mi decisión - ¿mi respuesta influirá en mi trabajo actual? – pregunto, pero sin importar cuál sea su respuesta la mía es no. - No influye en nada – responde y yo me pongo de pie – pero ten presenté que son setecientos mil dólares - Dile al cliente de mi parte, que me halaga su oferta, pero la respuesta es no – digo firmemente - ¿puedo retirarme? - ¿estas segura? - Si - Puedes retirarte – me dice molesto y yo salgo de allí lo más rápido que puedo. Voy al camerino a vestirme y alistarme para salir, por lo que la noche pasa sin más y a las dos de la madrugada llego a mi apartamento y caigo como una roca.
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