Despierto a regañadientes y recuerdo que día es hoy, lunes comienzo de semana y también comienzo de parciales en la universidad. Esta semana será algo pesada, lo bueno es que las clases son por la tarde, lo malo debo ir a ensayo tres veces a la semana en las mañanas empezando por hoy.
Me levanto y me ducho rápidamente, me pongo ropa de deporte, hago la maleta para la universidad y salgo del apartamento. Camino a la estación del metro, compro un café, un panecillo para desayunar mientras voy en el metro.
Después de aquella noche en la que rechacé la oferta que me hizo Antonio, las cosas se pusieron difíciles, Antonio y su hermana se volvieron más exigentes conmigo, pero he sabido sobrellevarlo ya que no me puedo dar el lujo de perder este trabajo. Tampoco volví a saber de Dorian, no es que me importe mucho, pero es extraño, desde ese día su intensa mirada aparece en mis sueños y pensamientos cuando menos me lo espero.
Cuando llego al club voy directo a los camerinos para dejar la bolsa y me encuentro a Sarah.
- Buenos días – saludo, pero ella me observa enojo
- Te esperan en la oficina de Antonio – dice mordaz, dejo mis cosas y salgo de allí con ella siguiéndome los talones. Vamos hasta la oficina y ella me abre la puerta, entro y puedo ver a un hombre observando por la ventana.
- ¿Creí que vería a Antonio? – le pregunto a Sarah quien en respuesta me cierra la puerta en la cara dejándome con aquel hombre.
- ¿Un millón de dólares no te impresiona? – dice una voz que durante días no ha podido salir de mi cabeza. Dorian
- No sé de qué habla señor – respondo – si no es más me esperan para mi ensayo – digo tratando de darme la vuelta.
- Detente – ordena y se da la vuelta dejándome verlo, es muy atractivo y él lo sabe. Se acerca a mí con paso lento pero decidido. - ¿Cuánto quieres por ir a cenar conmigo? – pregunta y siento como mi sangre hierve de enojo, sin medir las consecuencias estampo mi mano fuertemente en su mejilla. ¡Mierda!!
- ¿Quién se cree que es? – pregunto molesta – puede que trabaje aquí bailando, pero solo hago eso. Bailar, no me interesa su dinero ni nada por él estilo, no soy una PUTA téngalo muy presente – sin más camino hasta la puerta, pero cuando voy abrirla siento que me dan la vuelta bruscamente, una de sus manos va hasta mi cintura y la otra la apoya en la puerta. Su respiración es acelerada, nuestros rostros están muy cerca, lo veo a los ojos y quedo hipnotizada al ver la belleza de ellos, su color gris intenso me observa fijamente.
- Me encantan las fieras como tú – dice en un susurro muy cerca de mi boca – sé que no eres una puta y eso me gusta, pero ten por seguro que haré que te vuelvas loca por mi, así como yo lo estoy por ti – dice para después darme un casto beso.
Cuando me suelta salgo de allí lo más rápido que puedo con mi respiración y mi pulso acelerado. ¿Pero que acabo de hacer? Me pregunto llegando salón donde las chicas ya se encuentran ensayando. me calmo y me uno al ensayo.
DORIAN WAYNE...
La veo salir como alma que lleva el diablo y yo sonrió sobándome la mejilla. Pega duro la condenada, pienso riendo.
Esa mujer me tiene loco desde que la vi, sus ojos, su cabello, su extraordinario cuerpo y la sensualidad nata de este. Verla bailar es una tortura para mí y quiero que lo haga solo para mí.
El primer día que la vi, le ofrecí a Antonio cien mil dólares por un privado con ella, pero me informó que ella solo bailaba en el club, que jamás la había obligado a nada porque ella era la favorita de sus clientes, aunque solo la vieran bailar.
Pensé en la forma de tentarla y que mejor forma que con dinero, igual a todas las mujeres les interesa lo mismo, por eso le ofrecí un millón de dólares que desprecio dejándome con la boca abierta. Eso me llevó a contratar un investigador privado para saber todo sobre ella, podrían no gustarle los hombres y por eso rechazo mi oferta. Pero no, por lo que leí de ella, le gustan los hombres, estudia arquitectura, está de deudas hasta el cuello luego de la muerte de su abuela y único pariente, es buena estudiante, vive en un apartamento bastante modesto y trabaja en Zen- Dark hace ya un año.
Veo entrar a Antonio a la oficina visiblemente molesto.
- Lo lamento muchísimo – dice y entonces sé que vio lo que pasó en la oficina.
- Quiero que la despida – digo fingiendo molestia ya que tengo otros planes con ella. Antonio abre los ojos como platos.
- Disculpe señor Wayne no podré complacerlo – responde
- ¿de verdad quiere que comente a mis conocidos lo que pasó aquí? – pregunto amenazante – además de comentar acerca de otras actividades que se llevan a cabo en este lugar – veo su rostro palidecer.
- Piénselo, ¿qué es una bailarina a cambio de su dinero y reputación? – pregunto saliendo de la oficina, camino hacia la salida del club cuando la veo bailando, trago saliva al verla moverse de forma tan sensual y completamente sudada.
- Caerás – digo para mí mismo – eso te lo aseguro – digo para luego salir del lugar rumbo a mi auto, pero antes tomo mi celular y hago una llamada. – Oliver – llamo a mi asistente personal – quiero que Harold esté en mi oficina cuando llegue.
Sin más me subo a mi auto y conduzco a mi empresa pensando en la hermosa fiera de preciosos ojos azules que me ha rechazado desde que la conocí.