Alejandro entró al vestíbulo del museo y a diferencia de la última vez que había visitado el recinto, en esta ocasión, el lugar se veía distinto. La luz eléctrica parecía estar en óptimas condiciones, así como los pisos y las secciones para cada galería estaban listas para recibir las piezas de arte que ahí se albergarían, no obstante, a la distancia aún se podían distinguir la presencia de algunos trabajadores que aún permanecían en el recinto para ultimar detalles mínimos en ciertas áreas. Alejandro caminó por los pasillos buscando la presencia de su asistente, quien en realidad poco sabia del lugar, así que debia estar relativamente cerca, pero no fue sino después de cinco minutos que la encontró en un salón enorme que estaba destinado a ser una sala dedicada al arte en contra de la vi