[CAELI] El aire se ha vuelto más denso desde que lo vi entre los sembradíos. Mariano camina detrás de mí. Intento ignorar sus pasos, pero los escucho igual, mezclados con el murmullo del viento que agita las ramas de los álamos. Siento que cada metro que avanzo hacia la casa me cuesta el doble, como si el suelo mismo tratara de retenerme. —Caeli, por favor —dice detrás de mí, con la voz entrecortada—. Solo necesito entender. No respondo. No quiero hacerlo aquí, a campo abierto, con el sol cayendo y el corazón golpeando tan fuerte que casi puedo oírlo. Pero él insiste. —No puedo hacer como si no hubiera visto nada —su tono cambia, más duro, más desesperado—. No puedo simplemente darme media vuelta. Cuando al fin llegamos al porche, me detengo. Respiro hondo. —No tenías que venir, te v

