[CAELI] La habitación está sumida en una penumbra suave, iluminada apenas por la luz anaranjada que se escapa de la estufa de leña. El aire huele a madera caliente y a ese perfume inconfundible de Kian, una mezcla de jabón y tierra, de campo y hombre. Lo tengo tan cerca que mi piel vibra. Sus labios buscan los míos con urgencia, como si hubiera estado esperando toda la vida por este instante. Su beso no es apresurado, pero sí intenso, cargado de un hambre que me enciende por dentro. Mis dedos se enredan en su cabello mientras lo atraigo más, como si temiera que en cualquier momento el universo pudiera arrebatármelo. Kian recorre mi espalda con sus manos, fuertes y seguras, pero su toque es también un consuelo, un recordatorio de que no estoy sola. —Caeli… —murmura contra mi boca, su voz

