[CAELI] Kian se fue hace unos minutos, y todavía siento el calor de su presencia en la habitación. Es extraño cómo alguien puede entrar en silencio, sin grandes gestos, y dejarlo todo lleno. Lo miro por la ventana mientras se aleja rumbo a los establos, caminando despacio, como si no quisiera irse del todo. Tengo la manta sobre las piernas. Me conmueve que la haya traído. Como si me envolviera con algo más que lana. Como si dijera sin palabras: quiero que te sientas cuidada. Acaricio la superficie suave con los dedos y, sin querer, me encuentro pensando en mi papá. Papá no estaría de acuerdo con nada de esto. O sí. No lo sé. Y eso es lo que más duele: no poder preguntarle. No poder ver esa arruga que le salía entre las cejas cuando se preocupaba o cuando se estaba conteniendo para n

