—¿Qué estará pasando?—digo en voz alta olvidando qué Rosette se encuentra a mi lado.
—Son las voces de los generales de su Majestad—advierte Rosette, quien supongo las reconoce.
—Dime una cosa, Rosette—me animo a preguntarle después de todo este tiempo, solo para saber desde hace cuanto tiempo que sigue ciegamente a Valois —desde hace cuanto acompañas a su Majestad.
Sus mejillas se tornan ligeramente rosas y sonríe.
—Desde que era Capitán, es decir hace muchos años, pero si le soy sincera, no fue exactamente por mi propia voluntad, sino que decidí seguirlo como un favor al general Keith—advierte con cierta vergüenza y supongo que después de la relación que he visto entre los dos, supongo que no es nada extraño que ella lo hiciera.
—¿Deberíamos entrar?—le propongo y, ya que hay un asie
