Me adentro a la habitación ignorando a mis damas cuando el doctor llama por mí. En el marco de la puerta veo a Bastian despierto, aunque no en la mejor condición porque, tal y como antes, se le ve exhausto y pálido.
Mis pies caminan lo más rápido que pueden hasta llegar a él, y sin importarme nada, caigo sobre mis rodillas para poder estar a su altura y una vez hincada sobre el suelo, mi rostro cae en su regazo para soltar el llanto qué tengo acumulado.
No pasa más de cinco segundos antes de sentir su mano sobre mi cabello húmedo, el cual no me había percatado qué sé encontraba así hasta este momento, supongo que había nieve atrapada, qué, una vez que llegamos al palacio, se derritió empapando mi cabello.
—Creí que te perdería—mi voz clama desde el fondo de un corazón dolido qué ya no s
