—¿No estarás pensando...?—escucho la voz de Keith a mi lado mientras la brisa fría del norte sopla sobre mi rostro, alborota mi cabello y observo el panorama que hay frente a mí. "No iré" eso es lo que habría dicho antes de proclamarme como el gobernante de este reino, pero ahora, después de todo lo que he vivido, una parte de mí siente que no tiene nada que perder, de todos modos el tiempo ya corre en mi contra y tarde cinco o minutos o una hora, no creo que marque mucho la diferencia, si voy a morir, moriré y si el destino decide que debo vivir, esto no significará nada. —La pregunta que deberías estar haciendo es ¿Cuántos hombres debemos llevar?—exprese mientras comenzaba a caminar. —No te voy a detener si quieres morir prematuramente, pero llevaré a los mejores, solo por si acaso—

