—¿Tan poco?—cuestiono tratando de aparentar calma, aunque en realidad me gustaría decirle muchas cosas a este estafador. Esos pendientes podrían valor por lo menos unas quinientas monedas de oro y el desgraciado quiere hacerse dinero fácil quitandonos lo poco que tenemos encima—Por favor señor, eran de mi abuela, sé que puede valer más. —Aunque sean antiguas, no parecen valer mucho, la joya qué tiene bien podría ser falsa—se justifica y yo siento un nudo en mi garganta y un dolor en mi pecho por toda la ponzoña qué he decidido no escupirle por nuestro bien, no es bueno armar escándalo justo ahora que intentamos huir. —No voy a regalar un tesoro familiar por nada—miento para tomar los pendientes del mostrador, pero el tipo me sostiene la muñeca para impedir irme y al verle la cara sé que

