—Sabes que eso no es cierto ¿Verdad?—digo esperando que me crea porque incluso el qué lo dudará me dolería.
—Lo sé, pero ¿Porqué los soldados y la gente dicen eso?¿De qué le serviría a ese bastardo?—insiste haciendo hincapié en la palabra “bastardo”
—Aquí tiene señorita. ¿Desea otra cosa?—nos interrumpe la mujer y aunque yo quisiera llevar muchas más cosas, en realidad no sé si debería hacerlo puesto que habrá otros lugares donde debamos detenernos a descansar.
—Eso es todo, por favor dígame cuanto es—manifiesto mientras le doy la bolsa a Odette donde la mujer ha colocado todo lo que llevaremos al viaje.
—Diez coronas de plata—manifiesta la mujer. Yo y Odette nos quedamos viendo por un momento porque no sé cuánto se supone que es en coronas de oro, nunca compre nada, al menos no con m
