Me era imposible darle la cara. Hace dos segundos tenía mis labios junto a los de su novio.
―Kate, déjame explicarte, por favor― Pedí suplicante. Kate apretaba los dientes para no llorar, levantó una mano y callé de inmediato.
―No me tienes que explicar nada, Leila, no es tu problema. ― Señaló a Roberto― Tú, eres un maldito imbécil, no te basta con engañarme con otras mujeres, también besas a mi mejor amiga. Eres la persona más despreciable del mundo, no te quiero volver a ver jamás en mi vida, ¡Vete de aquí ahora!― gritó al borde de las lágrimas.
Roberto no dijo nada, la observó por un momento, sin alguna expresión facial, se dio la vuelta y se marchó. No esperaba más ni menos de él.
Kate se apoyó en la pared hasta caer en el piso. Sentada, atrajo sus piernas a sí misma, metiendo su c
