Él estuvo dispuesto a hacerse cargo y ni así ella se quedó a ser una familia junto a ellos. —A ella amor no le hace falta, y nunca le hará falta —aseguré. —Gracias por volverle la alegría, ya no sabía que hacer, simplemente llegaste y ella renació. —Ella supo ganarse mi cariño, ¿Cuándo te vas? —pregunté. —Mañana —soltó. No esperaba que fuese tan de pronto, me sorprendió pero lo asimilé rápido. —Es muy pronto —murmuré. —Un poco sí, pero cuando regrese tendremos una cita ¿verdad? —indagó y asentí. —. ¿De verdad? —Ujum —murmuré. —. Puedes irte tranquilo, la cuidaré como si fuera mi hija. —Podría serlo, ¿no crees? —movió sus cejas divertido y me besó. Sus manos no tardaron en buscar mi cuerpo, me moví y pasé a sentarme a horcajadas sobre él, sin dejar de devorarnos los labio