—¿¡Qué comió!? —grito entrando a la cocina. —Su comida favorita —me dice la hija de Carla. —¿Tú lo preparaste? —pregunto. —Sí, como la señorita Helena iba subiendo se ofreció a llevarlo —me explica nerviosa. —Entonces, ¿Por qué está empeorando? —paso mi mano por mi cabellera. —. Estoy segura de que algo está mal. —Lissy cálmate —me pide Carla tomándome de los hombros. —Voy hablar con Helena —propongo. —Tranquilízate, no puedes acusarla así nada más, recuerda que está embarazada y puedo que Giordano se moleste contigo, esperemos a los especialistas —dice tratando de calmarme. —Ay Carla —sollozo. —. Nadie se pone así de la nada, ella es sólo una niña, y yo siento que no es normal, estaba convulsionando entre mis brazos, algo le está pasando. —Querida cálmate —ella me abraza