Apoyo mi espalda al respaldo del asiento y pongo la cabeza de lado para ver por la ventana mientras tengo ambas manos sobre mi vientre, el hecho de que no sea Max quien nos lleve me hace sentir que esto será más íntimo. —¿Estás bien? —escucho a Alex decirme.—. ¿Quieres que vaya más despacio? —siento su mano tocar mi vientre. Me giro para mirarlo muy mal, quiero llegar, punto uno, él no es un padre primerizo, punto dos. —¿No tienes mareos? —pregunta, al ver que no le digo nada. Cierro los ojos y tomo un respiro profundo. —Alex, a éste punto el que me va a poner mal, serás tú —le digo en tono tranquilo. —Lo siento —farfulla, mientras empieza a frotar sus dedos sobre mi vientre. Lo observo por unos instantes en modo analizadora, está tranquilo pero, a la vez un poco inquieto, su