Todavía hay mucho por hacer antes, preparativos sobre todo. Llamar a mis damas de honor para devolver los vestidos y además, vender el departamento. Rebusco dentro de mi bolso la pequeña cajita donde venía el anillo que Alan me dio cuando me pidió matrimonio, la sostengo unos segundos antes de abrirla y suspirar; luego coloco la sortija dentro y la cierro suavemente antes de echarme a andar. Faltan cinco días para la boda y mi respuesta no puede esperar más. Es lo justo. Neil lo dijo, también mi madre y Hillary, inclusive Alan lo hizo y yo, de alguna manera siempre lo supe. Solamente no quise aceptarlo, me mantuve ciega a propósito con el fin de curar mis propias heridas, pretendiendo que sanaba cuando en realidad clavaba estacas en las de los demás... y abría las mías nuevamente. Ad

