Voy a mi apartamento, porque me siento demasiado desanimado como para estar en algún otro lugar, con miradas curiosas o de coqueteo, con gente idiota preguntándome si estoy bien cuando es obvio que no lo estoy, pero solo quiero que me dejen en paz y por eso le respondo lo contrario. Mi turno llega más rápido de lo que esperaba y aunque no tengo ganas de ver a ninguna de las resbalosas y atosigantes que trabajan en el hospital Meaford, no me queda de otra que ir a mi trabajo así como estoy. Solo espero poder concentrarme, olvidar un poco lo que estoy pasando, porque a pesar de repente pensar en llamar a Gina para que me diga si su prima le había dicho algo sobre su salida, la pequeña no me ha respondido siquiera mis mensajes, y eso también me tiene preocupado. —Buenas tardes, doctor Rob
Escanee el código QR para descargar y leer innumerables historias gratis y libros actualizados a diario


