Él abre los ojos con fuerza, le he tomado por sorpresa. Carraspea ladeando el rostro para evitar que siga mirándolo, si no supiera que es casi físicamente imposible juraría que esconde un rubor. —¿Quién dice que lo estoy? —su tétrica voz toma una entonación a la defensiva. Siento la sonrisa enternecida curvearme apenas los labios. —Pensé que lo estabas —admito, liberándolo de mi mirada para permitirle que recobre su máscara indiferente—. Le pediste a Marcus un pase extra para ella y volaron desde Canadá —apoyo los brazos sobre el marco de la ventana, aspirando el aire caliente. Quisiera agregar que pudo haber usado el pase que envié para mi tío Roger, en lugar de tener que recurrir a la difícil tarea (para alguien independiente como él) de hablar con Marcus y que todos se enteraran. Ga

