Tuerzo los labios pero la sonrisa me gana cuando me doy cuenta que Evan tenía razón al decir que mis padres lo adoran. Solo basta ver sus gestos de satisfacción cuando lo tiene cerca y el orgullo que se nota en su tono de voz cuando hablan de él. No es que me queje en realidad, de hecho me alegra que se lleven tan bien. Además, supongo que los sacrificios de Evan para con su vida como la tenía fueron prueba suficiente para demostrarle a mis padres que realmente me ama. Como yo a él. No obstante ello, no deja de parecerme cómica la forma con la que avanza la relación de mi padre con Evan, uno habla hasta por los codos y ríe a carcajada abierta mientras que el otro calla, escucha y responde cuando lo cree sensato. En más de una ocasión me dio la impresión de que estaba a punto de decir:

