—Leilah...no está —la frase está acompañada de un pesado suspiro, la miro sin comprender porque a pesar de querer decir algo más, se limita a dar un paso atrás—. Se fue lejos.
Frunzo el ceño sin entender del todo. ¿A qué se refieren con lejos? ¿Acaso Leilah se había dirigido al bungaló por las respuestas que tanto anhelaba, le había abierto mi corazón como a nadie y aún así ella se había ido quién sabe a dónde?
—¿A dónde fue? —las palabras apenas pueden salir de mi boca. La anciana hace una mueca y noto que no está dispuesta a decir nada más.
Aprieto los puños a mis costados, resintiendo embistes de furia que eclipsan casi por completo la anterior sensación de desolación, el cuerpo me vibra por entero y rechino los dientes a pesar del nudo enorme que se ha instalado en mi garganta, haci
