DISTRACCIÓN

1043 Palabras
Tristan... Corro lo más rápido que puedo mientras la música retumba fuerte en mis oídos, me encuentro furioso por lo que sucedió con la doctora Green. Durante seis años me he sumergido tanto en mi tristeza y miseria que jamás paso por mi mente o corazón un sentimiento distinto a la tristeza, culpa y desolación que fueron lo principal en mi vida, pero en un instante eso se desvaneció al ver esos hermosos ojos azules índigo y eso me molesta por que no debería suceder, porque estoy traicionando el recuerdo de mi esposa, por lo que decido que es momento de irme. Vuelvo a casa y observo en mi habitación las maletas aun hechas. - Que suerte que aún no he desempacado – digo para mí mismo mientras camino al cuarto de baño donde me doy un baño con agua muy fría. Mientras estoy bajo el agua pienso en mi esposa y lo feliz que era mi vida cuando Madison vivía, nuestros días juntos, los pequeños detalles que jamás volverán y por ultimo pienso en mi hijo, lo que hace que rompa en llanto ya que no fui capaz de salvarlo. Cuando me calmo salgo de la ducha para ir en busca de algo que ponerme, elijo un pantalón n***o, igual que un buzo y zapatos negros. Una vez listo tomo mi celular y morral donde guardo un cambio de ropa y una bata de más. Decido conducir ya que no estoy de ánimo para caminar, mientras lo hago la veo estirar preparándose para comenzar a trotar. Disminuyo la velocidad observándola como idiota, pero como no hacerlo si es preciosa. Su piel es blanca, algo que contrasta con su cabello cobrizo, sus ojos son tan azules como el egeo, su cuerpo ahora logro detallarlo y es perfecto algo que se deja ver por la ropa deportiva que tiene que se pega a su cuerpo dejándolo ver como en realidad es, perfecto. Sacudo la cabeza al tiempo que detengo el auto de golpe al ver que uno de los soldados está cruzando. - Lo siento – digo bajando el vidrio a lo que el asiente con la cabeza continuando su camino. – pero que me está pasando – susurro negando con la cabeza. - ¿estás bien? – pregunta Mia recostándose sobre la ventana observándome. - Fue mi imprudencia – respondo a lo que ella me observa aliviada. - Ten mucho cuidado – dice regalándome una radiante sonrisa que me deja sin aliento antes de irse. La observo comenzar a trotar por lo que sacudo la cabeza antes de poner el auto en marcha tratando de no pensar en lo que sucedió. Al llegar al hospital camino directo a la oficina de Jeff, una vez frente a la puerta de esta, toco antes de entrar. - Adelante – escucho del otro lado de la puerta. Entro y observo a Jeff leyendo algo en su iPad. - Buenos días – digo llamando su atención. - ¿Cómo estás? – pregunta indicándome que me siente en una de las sillas frente a su escritorio. - ¿Qué te trae por aquí? - Quiero renunciar – digo sorprendiéndolo - ¿qué te disgusto? – pregunta preocupado dándome toda su atención. - Todo ha estado muy bien, solo no me siento cómodo aquí – respondo a lo que él asiente con la cabeza. - Solo te pido un mes para encontrar quien ocupe la vacante – dice a lo que yo asiento no muy convencido. - Solo un mes – respondo no muy convencido - Puedo darte lo que quieras para que te quedes – dice Jeff preocupado - Hay cosas que el dinero no puede comprar – respondo poniéndome de pie caminando a la puerta de la oficina. - No fue tu culpa lo que sucedió – escucho antes de salir de la oficina sintiendo una opresión en el pecho mientras camino a la sala de médicos donde dejo el morral en mi casillero luego de sacar mi bata y estetoscopio. Las primeras horas de mi turno pasan sin novedad alguna, en mi ronda reviso algunos pacientes no muy graves y luego paso por la UCI viendo la evolución que están teniendo los pacientes allí. A media noche decido salir a la terraza sintiendo el aire frio acariciar mi rostro mientras bebo un poco de café. De repente vuelvo a verla vestida con su uniforme que la hace lucir como una muñeca peligrosa, la veo caminar con otro chico que la observa con devoción algo que comienza a molestarme. - Debo salir de aquí pronto – susurro perdiéndolos de vista justo en el momento que suena mi celular y veo que se trata mi madre – hola mamá - Si no te llamo te olvidas que tienes madre – dice ella del otro lado de la línea haciéndome reír. - Sabes que eso no es verdad madre – respondo recostándome en el borde. - solo he estado muy ocupado. - ¿Dónde estás ahora? – pregunta ella preocupada - ¿Por qué no vienes a verme? Desde que Madison y nuestro bebé murieron me aleje de todo aquello que pudiera recordármelos, incluyendo a mi madre que es mi única familia. - En algún lugar del mundo – respondo como cada vez que lo hace – solo debes saber que estoy bien y he estado pensando en ir a casa unos días. - Eso me haría muy feliz – responde ella realmente emocionada. - No te prometo nada, pero tratare de hacerlo – respondo viendo como una ambulancia viene a gran velocidad al tiempo que me llega la alerta. – mamá debo irme, te llamo luego. - Siempre me dices lo mismo – dice ella riendo – pero esperare con ansias esa llamada. Te amo hijo – sin más cuelgo antes de comenzar a correr a urgencias donde al llegar lo primero que veo es a Mia poniéndose unos guantes al tiempo que entran dos camillas. Ella se vuelve a verme y sonríe acercándose a mi empujando una de las camillas haciendo que mi pulso se acelere como hace mucho tiempo no lo hacía, cuando pasa junto a mi siento un delicioso aroma a maracuyá que hace que la piel se me erice. ¿Qué me está sucediendo? 
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