—Usaste a mi madre y me usaste a mí, porque ambos hemos fuimos unos ilusos al creer que podías ser diferente, pero ya tengo más que claro que eres un ser despreciable que siempre hace lo que le conviene sin tener en cuenta los sentimientos de los demás— le digo esto con tanta rabia que siento como las lágrimas se agolpan en mis ojos.
Él suelta una carcajada con cinismo puro, pero ya no vale más la pena pelear con él, así que me giro arrepintiéndome completamente de haber vuelto de Londres, después de tantos años.
“¿En serio hiciste todo eso por agradarle a él?”, me regaño de camino a mi habitación. Apenas entro, empujo la puerta con fuerza para que se cierre dando un portazo y liberando la frustración que siento en este momento. Voy a mi armario y saco la maleta de viaje que teng
