(Alessandra)
Salimos de la consulta con los ojos fijos en la imagen de la ecografía, pero con un nudo en el pecho al saber que no solo las bebés, sino que también yo, estamos en riesgo. Nicolas aprieta mi mano con fuerza y sin decir nada, nos vamos al auto.
—Amor, todo saldrá bien— me dice él sin soltar mi mano mientras conduce. —Te voy a cuidar como si fueras un copo de nieve— sonrío porque su analogía me parece muy tierna.
—Todo tiene que salir bien— se me entrecorta la voz.
—Tranquila, mi amor— besa mi mano.
El parto quedó programado para dentro de dos semanas, apenas cumpla las treinta y cuatro semanas de embarazo, así que debemos alistar todas las cosas que se vayan a necesitar. Siento un poco de frustración porque con los cuidados que he tenido, no pude seguir yendo
