-Déjame ayudarte. –dijo Samantha mientras se acercaba a mí y subía el cierre de mi blusa corta escotada. Suspire agotada. Realmente lo estaba, todo esto estaba acabando con mi cuerpo. -Gracias.. –murmure en un hilo de voz. Escuche a la rubia soltar el aire contenido mientras se sentaba nuevamente en su silla delante del espejo. Tomo la brocha de su polvo y note como su mano comenzaba a temblar. Desde que la había conocido pude notar su problema, al parecer había estado bastante tiempo encerrada con ellos antes de que yo llegara y eso la había afectado con ataques de pánico. Habían abusado de ella, y obligado a hacer el mismo trabajo que ahora a mi me tocaba. El maldito trabajo de prostituirse solo por la diversión de ellos. Luego de pensar que todas las personas que ahora me redo