Acomode mi cabello después de quitarme el casco y cuando Adam guardo bien su moto, nos dirigimos hacia la puerta de su casa. Todavía me costaba tranquilizarme por completo, y ya no sabía porque era que sentía nervios; si por lo que había pasado o por estar con Adam. -¿Están tus padres? El negó con la cabeza. –No, tuvieron un viaje de negocios. –dijo con simpleza y abrió la puerta, dándome paso para entrar. -¿Quieres algo? Negué con la cabeza. –No, gracias. Sin pocas palabras el me indico que lo siguiera y subimos las escaleras con lentitud; mis piernas parecían dos gelatinas. Al llegar a su cuarto ambos entramos y cerro la puerta detrás de él, dejando un momento algo incomodo entre los dos. Sin decir nada me senté con timidez en su cama, apoyando mis manos sobre mis muslos; mi piel se