-¿¡A donde me llevas?! –grite mientras sus guardaespaldas sostenían su agarre en mis brazos arrastrándome hacia una puerta desconocida. -¡Suéltame! Ninguno me respondió, ni siquiera mi padre. Atravesamos la puerta y ambos hombres a mi lado empezaron a acelerar el paso. Trate de zafarme pero fue inútil. Un gran disparo se hizo oír dentro del lugar que hizo sobresaltarme. Varias voces graves se hacían presentes cerca de nosotros y no podía sentirme más asustada. Llegamos a otro sitio desconocido y bajamos las escaleras de madera. ¿Cuántos escondites tenia este lugar? Un teléfono resonó y seguido de este, al segundo tono, mi padre respondió. Podía ver como sus cejas bajaban y subía rápidamente, su rostro sin embargo no reflejaba ningún tipo de emoción. Estaba desquiciado, esto no le afe