Los reporteros al igual que los flashes de sus cámaras se hacen presentes ante nuestros ojos, los guardaespaldas comienzan a alejar a esos periodistas de todas las personas que llegan al hotel. Sujeto con fuerza la cintura de mi esposa para evitar que se tropieze debido a la gran multitud que hay. Cuándo logramos entrar al gran hotel una madura mujer nos recibe con una sonrisa demasiado grande para mí gusto. Desvio la mirada ya que me provoca demasiada incomodida. -Buenas noches. Me permite su invitación. -Buenas noches, ¡aquí esta!.-comento mientras le entrego la invitación. Comienza a revisar su tableta al igual que la invitación y nos regala otra sonrisa enorme. -Adelante señores Miller. Una vez que nos permiten la entrada caminamos hasta llegar al salón de fiestas del hotel. L