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Estuve desayunando con los pequeños y me extrañó mucho que sus padres no llegaron en el tiempo que habían dicho, lo que conllevó a que mi mente inquieta se imaginara escenarios desde, que se hayan quedado hablando sin ver la hora, o que hubo una batalla campal en ese camarote y ahora alguno será detenido por asesinato.
«¡Por favor, Laureen! Deja de pensar estupideces», me reprendo en la mente.
Al terminar, decidí regresar al camarote de ellos. Ambos peques estaban comportándose muy bien, así que no me estaban dando lucha para cuidarlos mientras estaban libres de padres.
Me sentía plenamente comprometida con su cuidado, así que no les soltaba la mano cuando íbamos caminando, solo que para que no se les hiciera aburrido, nos fuimos jugando todo el tiempo, cantando canci
