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Me di la vuelta tan rápido, que todo el aire escapó de mis pulmones, además de caer de trasero al suelo. Los ojos de Bastian se abren de par en par, dejando ver que está asustado por mi caída.
—¡Laureen! —grita al verme caer, mientras tengo el ceño fruncido, sintiendo el dolor en mi trasero.
—Estoy bien —comento avergonzada, al verme rodeada de gente que me mira con preocupación —. Más bien ayúdame a levantar —le pido a Bastian, mientras él ya tenía sus manos extendidas hacia mí.
Una vez estoy de pie, le hago un ademán a los demás para que dejen de prestarme atención, ya que no me pasó nada. Solo deseo que dejen de mirarme, para poder pasar mis manos por mis nalgas, dándoles un masaje que me ayude a pasar el dolor de haber caído directo en el asfalto.
Bastian no me
