Embarcando (2/Dic)

2131 Palabras
○○◘◘••♥♥••◘◘○○ “Laureen Foster”. Veo un pequeño tablero con mi nombre en él y es sostenido por un hombre ya de edad, vestido de forma casual. Me acerco hacia él y me identifico como la propietaria del nombre, por lo que sonríe y me saluda con amabilidad.   Esta noche la pasaré en un hotel tres estrellas, el cual está ubicado cerca de puerto, en donde debo estar mañana a las diez de la mañana, lista para embarcar en el “Triton of the Seas”.   Llegamos al hotel y afortunadamente hago el ingreso rápidamente, por lo que me puedo ir a descansar a la habitación y seguir durmiendo como lo estaba haciendo en el avión, pero como si fuera una burla de la vida y del destino, una vez me acuesto en la cama, con una pijama abrigada, ya que están haciendo 9° C, el sueño se va completamente de mi organismo y le da paso a los nervios y la ansiedad.   Prendo la televisión y me quedo viendo una película navideña, que son las principales que dan en esta época del año. Termina esa y empieza otra que cuando menos lo espero, ya es la tercera que estoy terminando de ver completa y el sol ya se ha asomado por la ventana.   «Holy shit», me lamento y reprendo al darme cuenta de que pasé las pocas horas que tenía para descansar, viendo películas y ahora sí estaba empezando a sentir nuevamente el cansancio.   Estiro mi mano para ver la hora en mi celular y quedo sentada de un solo movimiento al ver que son las ocho de la mañana y yo no me he empezado a alistar. Adicionalmente para ponerle la cereza del pastel, mi celular está a punto de quedarse sin batería y ya no me da tiempo de ponerlo a cargar completo, porque tengo una hora para alistarme, desayunar y hacer la entrega de la habitación.   Me levanto rápidamente y entro corriendo al baño que tiene apenas lo necesario, sin lujos, pero sí cómodo y enchapado todo el blanco, haciéndolo ver limpio y más grande de lo que realmente es. Tomo una ducha rápida, quedándome sin tiempo de lavar mi dorada cabellera, como me molesta algunas veces Jacob.   Me pongo un jean azul medio, con un hueco en la rodilla, una camiseta gris sencilla, una chaqueta deportiva en algodón, con capota y unos tenis livianos y sencillos.   —Bella, juvenil y cómoda —me digo al mirarme en el espejo y acomodo un poco mi cabello, antes de salir, ya que está un poco rebelde. Solo aplico un poco de base para emparejar el tono de mi rostro, peino mis cejas y pongo dos gotas de brillo sobre mis labios, los cuales froto uno contra el otro para que el brillo quede bien repartido.   Reviso hasta debajo de la cama que no esté dejando nada y cuando me aseguro de tener todas mis cosas listas, bajo a la recepción, donde amablemente me cuidan la maleta mientras voy al comedor por el desayuno que venía dentro del plan en promoción que conseguí.   Aún queda comida de la que ponen estilo buffet, así que aprovecho para servirme un gran plato de fruta, jugo de naranja, un omelette, una rebanada de pan y dos deditos de quedo que al verlos me hicieron babear.   Mi celular suena y cuando miro la pantalla, me doy cuenta de que me está avisando que le queda el 5 % de batería, o sea que en cualquier momento se va a apagar, lo que me hace recordar de la foto que quedé de enviarle a Jacob, antes de embarcar y como seguramente para ese momento el celular estará muerto, decido tomarla acá, así que hago mi mejor cara posible después de no haber dormido nada.   Reviso la foto y al ver que queda decente, se la envío rápidamente a Jacob, junto a un pequeño mensaje. “Acá tienes para que no me olvides… Voy de salida. Te amor. Hablamos luego”. Guardo el teléfono en mi bolsillo.   Termino de comer y por un momento se me olvidó que tenía mucho afán, así que me tomé más tiempo del que debía al desayunar, por lo que me estoy levantando de la mesa, para salir corriendo a la recepción.   Con el registro de salida listo, empiezo a caminar hacia la salida del hotel, cargando mi equipaje y cuando llego a la puerta, sin saber hacia dónde debo coger camino hasta el puerto, me detengo a preguntarle al portero y este amablemente me informa que debo coger hacia la izquierda, caminar en esa dirección unas ocho cuadras, después girar a la derecha para continuar otras dos y finalmente media cuadra en una diagonal que dirige al Mediterráneo.   Lo escucho atentamente y abro los ojos ampliamente al oír las indicaciones.   —Menos mal que escogí un hotel cerca al puerto—digo irónica y este se ríe. —Algunas de las cuadran son cortas —comenta levantando los hombros. —Muchas gracias por la ayuda —. Le doy una pequeña propina y emprendo mi caminata hasta el puerto.   (…) Quedo anonadada al estar de pie ante una embarcación semejante, que empiezo a cuestionar cómo es que algo tan grande y evidentemente pesado, no se hunde, sino que aguanta llevar mucho más peso y atravesar el océano.   «Ay, Dios… solo te pido que no vaya a suceder como en el Titanic y si llega a ser así, al menos déjame vivir la escena de sexo dentro del auto antiguo», pienso y me río de mi propia ocurrencia. Sacudo mi cabeza y me dirijo hasta donde están dos jóvenes, una chica y un chico, con uniforme de camiseta polo azul oscura, con el nombre del crucero “Triton of the Seas” bordado, pantalón blanco y una gran sonrisa dándonos la bienvenida.    Los que llegamos nuevos al crucero, debemos hacer una fila para el registro y que nos entreguen la manilla que nos identifica como pasajeros.   Me estoy registrando y recibiendo un pequeño mapa de todos los lugares que hay, así como también algunas instrucciones a las que no pongo atención realmente, ya que un hombre con un porte elegante, pero fresco, llama completamente mi atención y eso que no lo veo del todo bien, ya que parece ser de los que abordaron en Roma y por eso pasa rápidamente por la puerta apenas enseña su brazo a quieres están revisando todo para la entrada oficial al crucero.   —¿Alguna duda? —me pregunta la chica que me está atendiendo y me da tanta vergüenza admitir que no le puse atención en absoluto a lo que dijo, así que asiento con la cabeza y le doy una sonrisa —. ¡Perfecto! Bienvenida al Triton of the Seas. Esperamos que su experiencia sea tan agradable que quiera recomendársela a todos los suyos —dice la chica y yo sonrío agradecida.  —Muchas gracias —contesto y tomo nuevamente mi equipaje.   Reviso en los papeles que me dio, cuál es el número de mi camarote y al llegar al final del pasillo, quedo completamente desubicada y asombrada. Mis ojos y boca se abren ante lo hermoso que es todo por dentro, es que, si por fuera se ve gigante e imponente, el interior lo deja a uno sin palabras porque no entiendo cómo es que un barco pueda tener tantas cosas.   Miro hacia los lados buscando algún letrero que me diga el lugar al que debo ir, pero no veo nada y creo que no soy la única, ya que varias personas están agolpadas cerca de un joven con uniforme del crucero, igual a los que nos recibieron y se nota que les da instrucciones señalando a diferentes lugares. Me acerco también hasta donde se encuentra y le pido las indicaciones para subir a mi camarote.   —Debe subir al décimo nivel e ir a babor, luego hacia popa y es la tercera puerta —contesta sonriente y rápidamente se ocupa dándole indicaciones a alguien más.   Repaso en mi cabeza lo que dijo y me siento un poco perdida, aunque no por completo, ya que sé que en el fondo de mi mente sé qué significa lo que dijo, así que me pongo a hacer memoria.   «A ver… proa, es la parte frontal de un barco, entonces popa es la parte trasera… ¡Estribor es la derecha y babor la izquierda!». Sonrío al recordarlo y miro hacia todo lado. «Ahora necesito saber dónde es la proa». Veo el punto más alto del barco, el cual es una gran cabina con una gran ventanal y deduzco que desde ahí el capitán y su tripulación llevan el control del barco, o sea eso es hacia la popa.   Suelto el aire y me río un poco. «Me siento como en una lección de la escuela».   Al llegar a mi camarote, siento mis ojos pesados, pero primero la recorro completamente, aunque no es muy grande, pero me encanta… Está decorada con color azul y beige oscuro, paredes claras, armario y tocador en madera caoba, una sillón grande y cómodo y lo mejor es que tiene un balcón con una silla en el que me puedo sentar plácidamente a ver el mar. El baño es pequeño y normal, por lo que aprovecho para lavar mis manos antes de ponerme a organizar mi ropa.   Me acuesto un rato en la cama, la cual está super cómoda y ni hablar de la suavidad de las almohadas que tiene, lo que contribuye a que me quede profundamente dormida, antes de darme cuenta.   (…) Estiro mis brazos, doblo mi espalda, sacudo mis piernas y busco mi celular para revisar qué hora es, pero apenas lo encuentro y no enciende la pantalla, recuerdo que estaba quedándose sin batería y olvidé por completo ponerlo a cargar.  «¡f**k!».   Mi estómago empieza a sonar y bostezo. No he almorzado, por lo que voy al baño, lavo mi cara para que no se me vea cara de dormida, arreglo mi cabello que está enredado, me maquillo de forma muy sencilla y natural, para salir en busca del comedor del barco.   Me cruzo por el camino a gente vestida de forma casual, algunos más excéntricos, otros en traje de baño. Hay muchos pequeñines por todo lado, corriendo, riendo, jugando y saltando, lo que lo contagia a uno de esa emoción y felicidad que los embarga.   Bajo hasta el segundo nivel, que es en dónde se encuentra el comedor, pero apenas llego a su puerta me llevo una sorpresa y es que, está cerrado con un letrero en la puerta, donde informa cuál es el horario de atención.   —¡¿Pero qué carajos?! —comento frustrada, mientras miro por la puerta de vidrio hacia el interior. —Esta es la información que dan cuando llegamos a registrarnos —dice un hombre de voz grave.   Me separo de la puerta y giro mi cuerpo, para encontrarme de frente con el culpable de no haberme enterado de la información que me dio la muchacha al registrarme. Lo miro con los ojos entrecerrados. «Ay, pero ¿de dónde sacan hombres como este? Está como para comérselo», pienso y después hago un puchero al sentir mi estómago sonando de nuevo. «¡Eso te pasa por andar pensando en comida, Laureen!», me reprendo.   —Gracias por la información —contesto disimulando lo que pasa por mi cabeza —. Supongo que tendré que esperar a la noche —. Sonrío y levanto los hombros. —Al otro lado hay un mini market, donde puedes comprar algo mientras —comenta y parece que le divirtiera mi situación, porque todo el tiempo me ha estado sonriendo, cosa que no ayuda a alejar mis pensamientos pecaminosos —. Por cierto, me llamo Bastian. Mucho gusto… —estira su mano hacia mí y espera a que le diga mi nombre. —Laureen… — Sonrío y estrecho su mano, lo que provoca un nerviosismo que no sentía hace muchos años. —Hermoso nombre… igual que la dueña —dice coqueto y siento como mis mejillas se calientan. —Gra-gracias —tartamudeo suave —. Entonces iré a comprar algo. —Te acompaño… Creo que te viene bien un guía turístico del crucero —. Toma mi mano.   ○○◘◘••♥♥••◘◘○○ Hola, bellas  Gracias por estar acá, leyendo esta nueva historia Recuerden agregar a su biblioteca, dándole al ♥ que les sale en la parte inferior cuando la buscan dentro de la app.  Dejen sus comentarios, ya que eso anima mucho a seguir escribiendo. Síganme dentro de la app y en mis redes.  Besos ♥
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