Curtis Wood.
Salgo del apartamento de Angélica sin poder abandonar la sonrisa que hay en mi cara; es imposible quitarla, por más que intente. Ella cree que soy estúpido y que me como el cuento de la mujer negada a admitir lo que siente, cuando solo con un toque de mi parte la hago temblar. Me encanta salirme con la mía y este día, no fue la excepción a la regla.
Me da un poco de risa cómo Angélica cree que tiene el completo control de su vida, cómo cree que es una mujer libre, cuando su cuerpo admite y le fascina que lo reclame como mío.
El viaje desde Oakland fue más corto de lo que creí y si no estuve antes en la puerta de su casa, fue porque estaba en medio de una cena de negocios cuando ella me llamó y no podía dejar tirado un trato importante; aunque sí que pude apresurar las co
