Curtis Wood. Como ya estaba esperando, la llamada de Angelica no se hace esperar. Miro la pantalla de mi teléfono y sonrío, sin querer contestarle todavía. Hay algo en la forma en que ella se pone cuando está rabiosa, que prefiero verla así; adoro provocarla. Saca a esa arpía lengua suelta que tanto me gusta. Sé que me va a exigir una explicación sobre su pérdida de trabajo. No es como que le haga falta ese trabajo en específico. No tengo pruebas, pero tampoco dudas, de que solo lo aceptó porque el maldito del doctor le hizo ojitos y ella, por molestarme a mí, se dejó llevar. Tampoco le diré que el tipejo la llamó casi que puta en mi cara y que por eso se llevó el puñetazo que estaba intentando contener desde que supe que había salido con él. El tipo no cooperó y se lo ganó. Además