Steve Johnson. —¿Qué vas a hacer, Steve? No puedes exponerte a que vuelvan a meterte en esa cárcel —reclama Sandra, mientras reviso el encargo que le hice y que ella obedientemente consiguió. Los frascos, las jeringas y todo lo que necesito, está listo. La excitación que corre por mis venas jamás la sentí antes. Esta es mi última oportunidad de conseguir lo que quiero y librarme de toda esta mierda. —Cállate, Sandra, yo sé lo que hago. Su jadeo de indignación me irrita, pero no le digo nada más. A fin de cuentas, fue ella la que me sacó de ese infierno pagando la altísima fianza que jamás podría asumir yo. Es buena para algo, no puedo ser injusto. —Pagué mucho, Steve. Porque quiero verte libre y que puedas deshacerte al fin de esa familia de mierda, pero lo hice para que estés tranqui